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lunes, 21 de enero de 2013

En mares salvajes un viaje al ártico, Javier Reverte





"Creo que nada hay más alejado de lo humano y más temible que ese paisaje de los salvajes mares árticos",
con este aforismo Javier Reverte resume a la perfección este estupendo libro
Puntuación 4/5



Este año me he propuesto reseñar toda la bibliografía de Javier Reverte. Me confieso incondicional lector de sus libros de viajes, pese a quien le pese. Con esta relectura volveré de nuevo a embarcarme entre las páginas de sus obras, en calidad de polizón sumiso y agradecido.
"En Mares Salvaje. Un viaje al Ártico." es un diario de viaje por los mares adyacentes de este casquete polar, navegando y visitando territorios de Canadá, por islas y zonas inhóspitas como, Isla de Baffin, Isla Victoria, Isla de Melville, Isla de Banks, Isla Somerset, el estrecho de Lancaster, la Bahía de Baffin, el Golfo de Amundsen o el Estrecho de Bellot.
Todos estos parajes enmarcaron la leyenda y la tragedia de centenares de hombres fallecidos o mutilados en sus costas y en el interior de sus islas.
El libro mantiene el esquema narrativo periodístico de los libros de viaje de Reverte. El inicio es un extenso prólogo en el que se expresan los motivos del viaje, con una introducción del contexto histórico-político del lugar, con las connotaciones sociológicas del territorio. En esta introducción, nos desvela la causa de la incesante navegación expedicionaria por este archipiélago de letales islas, que no es otro que la búsqueda de un paso navegable desde Europa hacia oriente, para conseguir singladuras más rápidas y económicas de las mercancías. Las expediciones hasta mediados del siglo XIX tuvieron este objetivo de cartografíar y encontrar el citado punto geográfico por donde transitar con mayor celeridad los productos de una parte a otro del Planeta. Estas flotas eran financiadas por los gobiernos, sobre todo el británico, y por sociedades mercantiles, ansiosas de tener tránsitos mercantiles más rápidos y seguros. Entre ellas cabe citar la Muscovy Company, nombre popular menos pomposo con que se conocía a la Company of Merchant Adventurers of England for the Discovery of Lands, Territories, Islands, Dominions and Seignories Unknown, o la holandesa East India.
Después del prólogo nos va desgranando los capítulos, detallando la travesía del escritor con numerosos mapas aclaratorios y exponiendo, con amenidad, la historia y, sobre todo, la vida de los principales protagonistas de esta lucha por la exploración ártica. Te acercas a las biografías de individuos atraídos por estos mares y su dédalo de islas, explicando las distintas motivaciones, avatares y personalidades de los personajes históricos que zarparon en busca de gloria y recompensa. Entre ellos podemos citar a los pioneros Frobisher, Davis, Barents, Hudson, Bylot y Baffin, primeros y últimos capitanes de esa estirpe de navegantes árticos que se echaban a la mar ignorantes de su destino, con navegación intuitiva y temeraria, dado el precario conocimiento del territorio y las carencias técnicas de la navegación de la época. El viaje real de Javier Reverte, se intercala en cada capítulo, en una atractiva mezcla de presente y pasado, de historia con su épica y del estado contemporáneo de las tierras contiguas al ártico.
El escritor a bordo del barco oceanográfico ruso Akademik loffe en compañía de las personas integrantes del pasaje, comparte la exótica y sobrecogedora experiencia de navegar estas regiones heladas e inclementes, con turistas de distintos continentes, oficios, edades y razas, algunos de ellos en su condición de profesores universitarios, amplios conocedores de la historia ártica. Entre conversaciones, excursiones y contacto con la tripulación, descubrimos las regiones del ártico, devanando el luctuoso flete de expediciones, la extraña y la aislada tipología de las escasas poblaciones donde atracan las embarcaciones. Las dificultades de la población autóctona y la compleja asimilación y reciclaje de la cultura occidental y progresivo e inaplazable abandono de su tradiciones vernáculas es un tema expuesto con amena y nostálgica claridad. Se exponen puntuales detalles de la absurda política de inmigración impuesta por el gobierno canadiense a las poblaciones indígenas de inuits, imponiéndoles un obligado cambio a zonas más septentrionales para evitar la despoblación territorial. El alcoholismo, los subsidios estatales y el sedentarismo indigenista se trata con profusión y veracidad en toda la obra, advirtiendo de la extinción antropológica de diversas razas a manos de la globalización y la imparable occidentalización de todo el Planeta.
 Pero los principales referentes narrativos son los navegantes y exploradores del ártico.

 Así, se explican los pormenores de Edward Parry, con su prestancia, inteligencia, el tacto diplomático y su minuciosidad para los preparativos, quien decidió en una de las expediciones invernar en la isla de Melville con sus hombres a los que imprimió un severo y metódico régimen alimenticio, físico e intelectual, a base de estudio, carreras alrededor del barco para ejercitarse y combatir el escorbuto, obras de teatro, veladas musicales y docencia, mitigando así el desolador tedio de estas tierras.
Quizás, el personaje central sea John Franklin, por la infeliz y absurda heroicidad del viaje temerario que le costó la vida y le propició una indeleble fama póstuma. Una nefasta planificación, de reclutamiento de la tripulación, del aprovisionamiento de material y víveres, que supuso la pérdida total de naves y de vidas humanas. Su segunda esposa, la bella Jane Griffin, se gastó casi toda su fortuna en fletar expediciones para intentar encontrarle con vida y rescatarle de los hielos. Gracias a su fe y su pertinacia, lady Franklin alcanzó a ser en su tiempo tan famosa como su marido, como símbolo victoriano de abnegación y amor marital. 
Robert McClure y el noruego Roal Amundsen, también tienen abundancia de páginas en el libro, especialmente este último modelo de especialización y metódico en el diseño y estudio de las expediciones. Cuando estos últimos acometen los viajes árticos, las iniciativas parten de sociedades privadas y el objetivo será alcanzar logros deportivos y de soberanía territorial solapados con torpeza en los manifiestos previos a las singladuras.-
Pero Reverte no se queda en la historia, se inmiscuye en la realidad del Ártico, como inminente territorio de emigración, dados los yacimientos energéticos y minerales de su subsuelo, y como lugar privilegiado del tránsito de mercancias por vía maritima, causa del progresivo deshielo de los casquetes polares, haciendo más bonancible la navegación por sus aguas.
Un libro, que además de divulgativo, humano y periodístico, está escrito con una prosa salpicada de raciales vetas de estilo, como esta descripción con la que finalizo esta reseña: "El lugar tenía algo de desolador, como si un lamento de tristeza y desamparo, apenas audible, temblase en el vacío."


Para aquellos interesados en la exploración del Artico, he extractado este cuadro de fechas y hechos históricos, complementada con comentarios.





330 a.C. El griego Pytheas de Massalia alcanza las costas del norte de Gran Bretaña.





825 d.C. Monjes irlandeses alcanzan aguas árticas.





982 El vikingo Eric el Rojo llega a las costas de Groenlandia.





1267 Los vikingos alcanzan la isla de Baffin y, más al norte, la de Ellesmere.





1576-1578 Los tres viajes de

Martin Frobisher hasta alcanzar la isla de Baffin.




Gracias a la intervención de la reina Isabel en Inglaterra, con la concesión de una patente de corso y la participación de la Muscovy Company, se financiaron varias exploración hasta alcanzar esta Isla.

Muscovy Company: nombre popular menos pomposo con que se conocía a la Company of Merchant Adventurers of England for the Discovery of Lands, Territories, Islands, Dominions and Seignories Unknown



(Compañía de Mercaderes Aventureros de Inglaterra para el Descubrimiento de Países, Territorios, Islas, Dominios y Señoríos Desconocidos).
Establecida en Londres en 1555 y dedicada al comercio con las Indias, fue la más importante de las empresas inglesas importadoras de especias y otros productos asiáticos durante los siglos XVI y XVII.





1596-1597 Viaje de Willem

Barents, Jan Cornelius Ryp y Jacob van Heemskerk a Nueva Zembla.




Fue la primera expedición de historia que invernó en el invierno ártico.
En 1871, un capitán noruego, Elling Carlsen, decidió ir en busca de las posibles reliquias de la expedición de Barents, Heemskerk y sus tripulaciones. En Ice Haven, Carlsen encontró la cabaña intacta.
Dentro estaban, los libros, los instrumentos, las ropas, los utensilios y todo lo que dejaron los marinos al abandonar su encierro en 1597. Y también la carta de Barents que él mismo depositó junto a la chimenea días antes de morir a causa del escorbuto.





1607-1610 Tres viajes de Henry Hudson al río y la bahía que llevan su nombre.

El monopolio de los mares por parte de España y Portugal comenzaba a declinar y la nueva rival de la ya poderosa Inglaterra era Holanda.
Ante la negativa de la Muscovy a financiarle un nuevo viaje, Hudson decidió venderse al mejor postor. La holandesa

Dutch East India Company.



6 de abril de 1609, partió de Amsterdam a bordo del Half Moon.
Cruzando el Atlántico, alcanzaron en septiembre la ancha desembocadura de un gran río el lugar en donde hoy se encuentra el puerto de Nueva York. Desde entonces, el río pasó a llamarse Hudson. Los holandeses, a partir del informe de Hudson, decidieron abrir una serie de fortalezas en las costas actuales de Estados Unidos, para proteger una línea de estaciones para el comercio de pieles y así nació Manhattan.
Tras un motín fue abandonado en un bote Hudson, su hijo John, cuatro marineros enfermos de escorbuto y tres hombres fieles al comandante. Tan solo les dejaron una pistola, pólvora, algunas balas, raciones de comida para unos días, una olla de acero y unas pocas herramientas.





1615-1616 Robert Bylot y William Baffin, dos viajes a la bahías de Hudson y Baffin.





1769-1771 Samuel Hearne llega a las costas del Ártico en la desembocadura del Coppermine.





1778 James Cook cruza el estrecho de Bering, pero se da la vuelta antes de entrar en el mar de Beaufort.





1791 Alejandro Malaspina constata que no hay Paso del Nororeste por el sur de Alaska.





1818 David Buchan y John Franklin alcanzan Spitsbergen en su intento de llegar al Polo Norte.





1818 John Ross y Edward Parry llegan al estrecho de Lancaster.






1819-1820 Parry alcanza la isla de Melville.





1821-1823 Parry intenta encontrar el Paso del Noroeste en la orilla occidental de la bahía de Hudson.
Parry, nacido en Bath en 1790, y con 13 años entró como midshipman en la Royal Navy, combatiendo en los últimos años de las guerras napoleónicas y en la guerra contra Estados Unidos.
Hijo de un prestigioso médico con clientes a numerosos miembros de la nobleza y del gobierno. Era alto, atractivo, inteligente, audaz, resuelto, habilidoso y buen cristiano, tacto diplomático y sabía agradar a sus superiores.
Su mejor cualidad la minuciosidad con que preparaba sus tareas y preocupado como todos los navegantes de su tiempo por el escorbuto, el gran azote de las tripulaciones en los largos viajes por mar, incorporó a sus provisiones una imponente cantidad de zumo de limón preparado con frutas frescas. También se proveyó de numerosas latas de conserva, un sistema de protección y duración de los alimentos recién inventado, sobre todo de carne, sopa y verduras.
Parry decidió invernar en la isla de Melville y sus hombres abrieron un canal entre los hielos hasta alcanzar un lugar protegido de los vientos y las olas por grandes acantilados. Parry lo bautizó como Winter Harbour (Puerto de Invierno). Allí, las tripulaciones de los dos barcos pasarían ocho meses, entre octubre de 1819 y junio de 1820 y combatió el aburrimiento, pues, según sus palabras "El gran peligro del Ártico no es el frío, sino el aburrimiento"
Impuso a los hombres una estricta disciplina, la tripulación corrían alrededor de las cubiertas para mantenerse en forma y, si el tiempo lo permitía, bajaban a tierra y hacían footing. Después de comer, varios oficiales enseñaban a leer a los marinos analfabetos. El resto de los hombres dedicaban un par de horas a realizar trabajos manuales, desde pintura hasta calceta, mientras que los oficiales leían o tocaban piezas de música. Después de la cena, se representaban obras de teatro También se celebraban veladas musicales e incluso se elaboraba una revista satírica: The North Georgia Gazette and Winter Chronicle. Fue nombrado caballero del Imperio británico en 1829.






1824-1825 Tercer viaje de Parry en busca del Paso del Noroeste. Pierde el barco Fury en la isla de Somerset.





1819-1827 Los dos viajes de John Franklin por tierra desde la bahía de Hudson hasta las costas árticas.





1825-1826 Frederick Beechey alcanza el Point Barrow, en las costas árticas de Alaska, viniendo desde el mar de Bering.





1829-1833 John Ross y James Clark Ross alcanzan la península de Boothia y el último establece la posición del Polo Norte Magnético.





1833-1834 George Back llega por tierra al río Great Fish (también llamado Back), en las costas del Ártico y al sur de la isla de King William.





1837-1839 Peter Dease y Thomas Simpson cartografían la costa del Ártico al oeste de la isla de King William.





1846-1847 John Rae extiende las exploraciones por las costas continentales del Ártico.





1845 Parte la expedición de sir John Franklin con el Erebus y el Terror.
John Franklin
es una de las figuras míticas de las exploraciones del Ártico y, sin duda, la más infeliz de todas. Ingresó con 14 años en la Marina y combatió en las guerras napoleónicas con bravura, entre otros escenarios en el decisivo combate naval de Trafalgar. Resultó herido en la batalla de Nueva Orleans y quedó parcialmente sordo como consecuencia de un bombardeo. Su valor, sin embargo, no se correspondía con su físico.
Grosezuelo, y a causa de su timidez y de sus escasas cualidades retóricas, brillaba poco en sociedad, lector insaciable de la Biblia, pero poseía una extraña cualidad de la que nadie acierta todavía a saber el secreto: gustaba a las mujeres y, sobre todo, a las más inteligentes. Calvo, feo, gordo y sesentón en el momento de su desaparición en el Ártico, su segunda esposa, la bella Jane Griffin, se gastó casi toda su fortuna en fletar expediciones para intentar encontrarle con vida y rescatarle de los hielos. Gracias a su fe y su pertinacia, lady Franklin alcanzó a ser en su tiempo tan famosa como su marido.
Otro de los rasgos de su carácter era su incurable optimismo: siempre pensaba que podía realizar cualquier empresa. Esta confianza en el destino motivo su desaparición y muerte.
Un cilindro informativo enterrado el 25 de abril de 1848 en el montículo de Victory Point, en donde lo encontró Hobson, señalaba este luctuoso mensaje: «Los oficiales y tripulaciones, consistentes en ciento cinco almas comandadas por el capitán F.R.M. Crozier, desembarcaron aquí... Sir John Franklin murió el 11 de junio de 1847 y el total de pérdidas por muerte en la expedición ha sido hasta la fecha de nueve oficiales y quince hombres».


Las causas del fracaso evidentes: no se llevaron ropas adecuadas para protegerse del frío y desdeñaron el uso de las pieles, a las que otros exploradors daban tanta importancia para los viajes polares. Tenían consigo espléndidas cuberterías de plata y vajillas de delicada cerámica, pero no llevaban rifles de caza con los que abatir caribúes, focas y osos polares, que les hubieran dado suficientes provisiones para combatir el hambre y el escorbuto. Muchas de sus conservas se pudrieron por estar mal cerradas las latas o desprendieron tal cantidad de plomo que provocaron la intoxicación de algunos hombres, como han demostrado los recientes análisis de los restos humanos encontrados.





1847 Franklin muere en junio en la isla de King William.





1848-1858 Más de cincuenta expediciones parten en busca de Franklin, entre ellas las de Henry Kellett, James Clark Ross, John Ross, William Penny, Richard Collison, Robert McClure, John Rae, Elisha Kane, Edwin de Haven, William Kennedy, Joseph-René Bellot, Horatio Austin, Edward Belcher y Leopold McClintock.





1850-1854 Robert McClure descubre el canal norte del Paso del Noroeste.





1851-1852? Mueren los últimos supervivientes de la expedición de Franklin.





1853 John Rae encuentra las primeras trazas de la suerte de Franklin.





1857-1858 Leopold McClintock halla los mensajes y las reliquias que certifican la muerte de Franklin y de todos sus hombres.





1860-1873 Sucesivas expediciones de Charles Hall por numerosas regiones del Ártico, en el curso de las cuales encuentra reliquias de Frobisher y Franklin. Hall muere en extrañas circunstancias, quizá envenenado por el médico de su última expedición.





1881-1884 Trágica expedición de Greely a la isla de Ellesmere.





1888 Fridtjof Nansen cruza Groenlandia por tierra.





1897 El globo en el que viajaban Salomon Andrée, Knud Fránkel y Nils Strindberg se estrella antes de alcanzar el Polo Norte. Los restos de los tres hombres no son encontrados hasta 1930, en el norte del archipiélago de las Svalbard.





1903-1906 Roald Amundsen cruza el Paso del Noroeste.





1904 Amundsen comprueba que el Polo Norte Magnético es móvil.





1908-1909 Robert Peary y Frederick Cook alcanzan el Polo Norte.





1913-1915 Los comandantes de la Marina imperial rusa, Boris Vilkitski y Alexander Kolchak, cruzan el Paso del Noreste. Fieles al zar y enfrentados al Ejército Rojo, los dos comandan el Ejército Blanco en Siberia. Kolchak es fusilado por los rojos en 1920 mientras que Vilkitski logra huir a Inglaterra.





1918-1923 Amundsen cruza el Paso del Noreste.





1926 Amundsen sobrevuela el Polo Norte junto con el italiano Nobile y el norteamericano Ellsworth.





1928 Nobile se estrella con su dirigible Italia cuando trataba de alcanzar el Polo Norte. Amundsen desaparece tratando de rescatarle.





1940-1944 Henry Larsen cruza el Paso del Noroeste en los dos sentidos: este-oeste y oeste-este.





2007 Los rusos plantan su bandera en el lecho marino del Polo Norte.





2007 Primer año sin hielos en el Paso del Noroeste.





2008 Los primeros cruceros atraviesan el Paso del Noroeste. El viaje de uno de ellos queda relatado en este libro.





2009 Los primeros cargueros cruzan el Paso del Noreste.





2010 Cargueros rusos cruzan el Paso del Noreste.








2 comentarios:

  1. Yo también soy una incondicional de los libros de viajes, si además están bien contados y escritos el placer es mayor.
    Saludos.
    Consuelo

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  2. Gracias por el comentario, me alegro de compartir aficion a la literatura de viajes contigo. Algunos de esos libros son una maravilla. Un abrazo.

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