@ARdelasH Antonio Rodríguez de las Heras es catedrático de Historia Contemporánea y director del Instituto de Cultura y Tecnología de la Universidad Carlos III de Madrid. Entre sus numerosas actividades académicas y colaborativas a lo largo de su vida, ha sido Decano de la Facultad de Humanidades de la Universidad Carlos III, miembro del Consejo de Dirección de la Revista TELOS, director de varios Máster y colaborador de numerosos medios nacionales e internacionales. Una simple búsqueda en el portal de vídeos «youtube» nos permitirá disponer de numerosas intervenciones que podemos complementar con su propia página web personal. Semanalmente nos brinda sus reflexiones en el portal "bez". Es autor de varios libros, por alguno de los cuales recibió el premio FUNDESCO de ensayo en 1990, cursos MOOC como por ejemplo «Educación para una sociedad del conocimiento» y permanece atento a las posibilidades que aportan las nuevas tecnologías e internet y su implantación, especialmente en el mundo de la Educación.
Tras un prólogo revelador a cargo de Ferran Ruiz, el libro es una delicia informativa en el que se desgranan diez metáforas elegidas por el autor para reflexionar sobre el papel de las nuevas tecnologías en los nuevos tiempos y su especial incidencia y aplicación en la educación. Las metáforas son «el piano», cómo situarse ante la tecnología, «la bicicleta», predisposición al movimiento, «El baúl», el futuro se acumula en el presente, «el gramófono», el ruido tecnológico, «el rompecabezas», contenidos combinables, «la cámara fotográfica», educar la mirada, «las gafas», la tecnología como prótesis, «el espejo», un modo de dilatar el aula, «el muro», toda la información a simple vista y «el tren», espera en el andén de las TIC. Sus cerca de treinta y cinco mil vocablos en la edición digital que puede adquirirse por poco más de 8 euros, en mayo de 2016, promueven una lectura que invita a la reflexión y proporciona numerosas claves para entender los profundos cambios acontecidos en la humanidad en apenas un par de decenas de años. En el texto se pueden encontrar referencias hipertextuales/códigos QR para complementar la lectura con sugerentes contenidos accesibles en su página web personal. En palabras del autor y cada vez en más facetas de la comunicación, el soporte ya es DIGITAL y su espacio de lectura es la PANTALLA; podemos resistirnos pero solo estaremos retrasando lo inevitable.
Desde sus inicios, el homo sapiens ha ido incorporando prótesis a su estructura humana que le han permitido mejorar su calidad de vida y desempeñar con más eficacia, eficiencia y efectividad sus tareas. Pensemos por ejemplo en los vestidos, las armas, o los instrumentos que continuamente han ido apareciendo a lo largo de la historia, utensilios materiales que cada vez en mayor número nos acompañan y de los que dependemos en mayor o menor medida. A pasos agigantados y desde hace muy pocos años, INTERNET, la RED, es un añadido más a la que con las modernas tecnologías vamos teniendo acceso desde prácticamente cualquier lugar del planeta y que en su esencia interna de lo que el autor denomina «corriente de ceros y unos» nos permite disponer de una memoria externa prácticamente ilimitada. Las consecuencias en la vida son drásticas y no podía ser menos en la educación, donde los cambios que se deberían producir se anuncian como profundos. La fragmentación de la información para hacerla rápidamente accesible y la posibilidad de recombinación de las piezas a gusto de cada uno en persecución de sus intereses particulares, abre unas posibilidades infinitas que no pueden ser dejadas de lado en la formación de las futuras generaciones. Desde una cultura oral que se transmitía en la comunidad, posteriormente fijada por escrito en diversos materiales a su flujo desde lo que se ha llamado la «nube» hasta nuestras «prótesis» en forma de ordenadores, tablets o smartphones, el cambio es tan radical y tan veloz que no podemos por menos de sufrir un vértigo que deberemos entender como positivo y con el que deberemos lidiar para adaptarnos y aprovechar sus ventajas, convertir tan ingente información en conocimiento y evitar el desasosiego que puede inducirnos al desarraigo si no tratamos de adaptarnos al cambio, cada cual en la medida de sus posibilidades.
La música, la fotografía o el cine, entre otras, vivieron con anterioridad su paso al mundo digital. Concretando lo que el autor denomina cultura libresca, «El cambio es drástico, inmediato e irreversible. Tendremos que superar nuestra nostalgia», decía el escritor mejicano Jorge Volpi en un ya lejano octubre de 2011 en su artículo titulado «Réquiem por el papel», donde decía también que «El predominio del libro electrónico podría convertirse en la mayor expansión democrática de la cultura desde la invención de la imprenta. Pero hay que remontar muchas reticencias e impedir que se segmenten los mercados». Y también me quedo con la profunda frase que encabeza el último párrafo del mencionado artículo que reza así: «La posibilidad de que cualquier persona pueda leer cualquier libro en cualquier momento resulta tan vertiginosa que aún no aquilatamos su verdadero significado cultural». ¿Puede la sociedad en general, y la cultura y la educación en particular, resistirse a este cambio?
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