BÚSQUEDAS en este blog

lunes, 12 de agosto de 2013

Nadie es más que nadie, Miguel Angel Revilla

@RevillaMiguelA es un hombre afable, campechano, y muy cercano al que hace poco convencieron para plasmar sus recuerdos en este libro. Que mejor que emplear el tiempo de un viaje en tren desde Madrid a Cantabria para leer de un tirón las 61.068 palabras contenidas en sus páginas, escritas por quién fue durante ocho años presidente de la autonomía de esa región del norte de España. Diputado regional desde 1983, Miguel Angel Revilla sigue muy en activo a sus setenta años, no solo en el parlamento cántabro sino en otros muchos aspectos como “tuitero”, escritor, contertulio de programas televisivos, conferenciante o pregonero de numerosos actos fiestas dentro y fuera de su región.

Las cuatro horas largas que dura el viaje son más que suficientes para devorar este conjunto de anécdotas y sucedidos de toda su vida, desde su nacimiento en 1943 en Salceda, una aldea humilde en Polaciones y su paso universitario por Bilbao hasta la actualidad. Contado con una prosa agradable y fácil de leer, el hecho de que en sus historias se vean involucrados diversos personajes de la vida española, como la familia real, presidentes de gobierno, empresarios, aristócratas, banqueros, artistas o personas corrientes y molientes confiere un gracejo y una finura al relato que lo hacen muy ameno. La propia personalidad del autor, del que se diría coloquialmente y con todo cariño que “es más de pueblo que las amapolas y a mucha honra” gana la complicidad del lector y deja su impronta en todos los actos en los que participa aunque puedan ser vistos desde diferentes ópticas e incomprendidos, generalmente por los que no son nada pero se creen algo siguiendo el credo aquel de “dime de que presumes y te diré de lo que careces”. Imaginemos la escena de una fila de coches oscuros de alta gama llenos de presidentes autonómicos y guardaespaldas, en fila y haciendo cola en la entrada del Palacio de la Zarzuela para asistir a una recepción con los Reyes; y en medio de ellos un coche blanco, un taxi cualquiera de Madrid, con el taxista y “Revilluca” a bordo. Una estampa digna de una película de Buñuel. Y la propia Casa Real, sin que él lo solicitara, se encargó de pedir un taxi para su regreso.

Su trayectoria en la vida pública le permite ahora hablar sin pelos en la lengua en diferentes foros donde muestra su opinión sin cortapisas y dice lo que todos pensamos, con mayor eco social por ser quien es y por las personas referidas. Ayer estuve a punto de pasar por Cabezón de la Sal, donde estaba celebrando el Día de Cantabria, en mi regreso a casa para intentar saludarle personalmente y felicitarle por el buen rato que me había hecho pasar en el viaje, haciéndome olvidar las penurias de los traqueteos tartaneros del flamante ALVIA circulando por las vías tercermundistas que unen Palencia con Santander. En el libro refiere el engaño y la falta de escrúpulos de Pepiño y el PSOE al saltarse a la torera su propia firma documental comprometiéndose a llevar el AVE a Cantabria.

Aunque no estemos interesados especialmente en cosas e historias de esta bella región y de sus gentes, sus anécdotas y comentarios son extrapolables a otras personas y regiones de España y muy ilustrativas de la vida de una persona que ha llegado a donde ha llegado a base de lucha y coherencia, lo que nos debería servir de ejemplo. Un extracto de su libro nos dice que “con sesenta años y el trasero pelado de andar en jaulas. Trabajé en la Bolsa, doce años como director de banco, veinte de profesor en la Universidad, ocho de vicepresidente y consejero de Obras Públicas... Alguna vez he pensado qué habría pensado si me cae a mí la responsabilidad de gobernar Cantabria con cuarenta años... Seguro que hubiese sido un desastre. Todo tiene su tiempo”. Fácilmente deducimos de esto que un político tiene que tener una profesión y saber otras cosas antes de meterse a ello, lo que me lleva a aprovechar la ocasión para pedir de nuevo que nadie esté más de ocho años viviendo y cobrando un sueldo como político, lo que no me granjeará las simpatías del autor al llevar treinta años en su caso como diputado regional. Por cierto y además… ¿los políticos se jubilan a los 67 años?.

En suma, un libro entretenido, repleto de vivencias de las que se puede aprender mucho sobre las cosas que hay que hacer y, mucho más importante, sobre las que no hay que hacer. Hay que dar las gracias a Revilluca por compartir con sencillez, humor, respeto, educación, tolerancia y sobre todo con humanidad sus experiencias y su mundología. El mismo lo explica así: “Todas estas cosas mías fueron creándome una popularidad que no acababa de entender. Era noticia ir en taxi, besar la bandera de España, llevar unas anchoas al rey... Hice una reflexión y llegué a una conclusión terrible. Soy noticia por ser un tío normal, lo cual es muy preocupante y refleja cómo está España.” Y en otro punto, y ya para finalizar, nos esclarece que “Gentes que no han hecho otra cosa en su vida más que política. Que no han acreditado su valía en otras actividades de la vida. Son peligrosos, fundamentalmente por dos razones. En primer lugar, porque suelen ser incompetentes. Y además, porque al no tener otra alternativa se aferran a los cargos como lapas y son capaces de mentir y pisar cabezas con tal de supervivir. Son capaces de articular discursos bien construidos, ponen poses estudiadas, pero yo descubro que no dicen lo que piensan. No se creen lo que dicen.”.

Estamos avisados, gracias Miguel Ángel.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

opiniones