@ejuarezFelipeV Eduardo Juárez Valero es un segoviano ejerciente nacido en el Real Sitio de San Ildefonso, La Granja, en 1968, donde reside. Doctor en Geografía e Historia, es profesor en la Universidad Carlos III de Madrid donde imparte temas humanísticos —historia, paleografía, diplomática medieval, biblioteconomía y documentación…—, pero también da clase en otros ámbitos como la UNED, el Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado, la Universidad Antonio de Nebrija, GEO Segovia e incluso a distancia aprovechando las nuevas tecnologías (MOOC en la plataforma eDX). Colabora en numerosos medios como Radio Nacional de España o RTVE —embelesando a los oyentes con sus historias de la Historia— y también publicando numerosos artículos científicos o de divulgación en diarios como El Adelantado de Segovia o revistas como Mundo Medieval o National Geographic. En 2012 fue nombrado cronista oficial de su localidad natal y ejerciendo como tal mantiene la memoria de sus convecinos con historias locales que busca ratonando vivencias personales o removiendo papeles en todos los archivos en los que le permiten husmear. Setenta y tres de estas historias han quedado recogidas en su libro de reciente publicación titulado «Crónicas de un Real Sitio» del que puede leerse una reseña en este blog pulsando en este enlace. Edu debe tener un pacto secreto con Cronos y alguna divinidad más del tiempo porque tras estas frenéticas actividades escribe libros como «Caminos de Joffá», «Venecia y el secreto del vidrio», «Verrum» —comentado en este blog en este enlace—, «Crónicas de un Real Sitio. Lucha política, guerra y represión (1934-1939)», o «El diario de Jeromín Tapias», comentado en este blog en este enlace. El libro que comentamos hoy, «Saayi, el bebedor de tiempo», fue escrito a principios de los años 90 del siglo pasado y tiene su continuación en «Caminos de Joffá» que ya tenemos en espera de lectura y comentaremos más adelante.
La soberbia, el más terrible de los males, puede hacernos llegar a la conclusión errónea de la verdad. Gran parte de la vida la he pasado estudiando y, a medida que los conocimientos adquiridos rebosaban en mi cabeza, mas ignorante me he visto.
La no tan oscura historia de España y Europa en los siglos XII y XIII sirve de ambiente a esta novela en la que aparecen numerosos personajes, reales y ficticios, relacionados en las páginas postreras del libro a las que no recomiendo asomarse para no quedar abrumado. El avance en lectura irá desgranando la época que comienza con un secreto encargo del rey aragonés Pedro II a dos de los personajes centrales, Martos Espadarroja, el amogávar y Bertrand Meniveau, canciller de la Cerdaña. Tendrán un viaje muy accidentado por tierra, plagado de aventuras y peligros, en el que antes de llegar a Roma se les unirá Culeman, el de los mil nombres. Entrevistados con el Papa Inocencio III, la aventura se verá prolongada hasta Tierra Santa con Culeman trasmutado en Saayi y con la incorporación de cuatro nuevos personajes, — Giovanni Strazza, condotiero romano, Luis D’Albi, la sangre del rey de Francia, Connon de Béthune, señor de los trovadores y Oona de Génova, capitana del navío Bucéfalo—. Los peligros del viaje inicial serán una aventura de niños comparados con la segunda parte del viaje donde cada uno de los siete protagonistas tendrá que sacar lo mejor de sus capacidades para alcanzar la meta propuesta. Paralelamente en España, los ejércitos cristianos y musulmanes maniobran en los preparativos de la batalla central que acontecerá en el 1212 y que supondrá un cambio de inflexión en lo que se ha dado en llamar Reconquista.
Los lectores que como yo gusten de relatos históricos y de aventuras disfrutarán enormemente con esta odisea por tierras y mares del continente europeo de los siglos XII y XIII. Con una gran imaginación del autor asentada en hechos reales y una narración espléndida, los personajes reales o imaginados nos conducirán de manera vertiginosa por paisajes de ensueños, situaciones imaginativas y leyendas fascinantes en una aventura en la que la realidad y la ficción quedan claramente delimitadas sin albergar dudas para el lector. Los poderes civiles y religiosos de la época que quedan al desnudo en sus intrigas por conseguir mayores cotas de poder; el mito del «judío errante», los Esenios, el Mar Muerto, una ciudad fantasma… son alicientes para sumergir al lector en dos historias paralelas que quedan inconclusas y tendrán continuación en «Caminos de Joffá».Como decía Folquet de Marsella, las ciudades son una enorme hogaza de pan que, por unas zonas, donde el calor más ha incidido, se levantan y se multiplican, apretando la miga y quebrando la corteza; por otros lados se aplanan, apelmazándose el interior y perdiendo consistencia la cubierta. Jerusalén podría ser descrita de esa forma.
Sólo tres tentaciones deben ser superadas,
Sólo tres caminos deben ser andados,
Solo tres misiones deben ser cumplidas,
porque tres veces debe el hombre apuntalar su fe:
una por nacer,
otra por vivir,
la tercera es la obligación de morir.
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