Lula Carson Smith, más conocida como «Carson McCullers», nació en Columbus (Georgia) en 1917 y desde muy pequeña quiso ser pianista, por lo que se trasladó a Nueva York para estudiar música. Al tiempo desarrolló sus dotes como escritora con lo que sus andanzas musicales quedaron muy reducidas y se prodigó como escritora y periodista. En 1940, con veintitrés años, publicó su primera novela, «El corazón es un cazador solitario» alcanzando gran éxito de público y crítica. El año siguiente, 1941, publica «Reflejos en un ojo dorado», con la que alcanzó una enorme difusión al ser llevada al cine. Becada por la Fundación Guggenheim, se traslada a París, donde contrae matrimonio con un oficial norteamericano destinado allí. Las cosas no marcharon bien y muy probablemente quedaron reflejadas en «Frankie y la boda». De regreso a América, cae en el alcoholismo y aunque escribe poco publica en 1961 «Reloj sin manecillas». Sufre una parálisis que va minando su existencia falleciendo finalmente en Nueva York en 1967.
En un pueblo perdido en lo más profundo de Estados Unidos, donde nunca ocurre nada, vive Miss Amelia Evans, una mujer insociable, casi hombruna, que una vez estuvo casada diez días y a la que todos respetan y no osan plantar cara. Controla una vida tranquila, respetada y acaso temida por todos sus vecinos como tendera, prestamista y fabricante de wiski. Un día aparece en el pueblo un enano jorobado que dice ser su primo. Aunque nadie en el pueblo cree que sea verdad, Amelia acoge en su casa con todas las bendiciones al enano que se convierte en el primo Lymon y que causa poco a poco una gran influencia en ella y por extensión en todo el pueblo. Nadie sabe lo que hay entre los dos y todo son especulaciones. La tienda se convierte en un café y en el pueblo las cosas empiezan a transcurrir de otra manera.
Un relato muy corto, algo más de veinticinco mil vocablos, que se lee con mucho gusto e interés. El relato avanza con una prodigiosa aunque sencilla construcción que transmite de forma vívida la realidad al lector que parece que estuviera allí viendo todo lo que ocurre y asiste, emocionado, a los diferentes aconteceres de la vida local. La vida de los personajes está muy bien reflejada por la autora que con pocas y certeras pinceladas va situando a cada cual en su papel en la historia. Recomendado en un curso de escritura creativa de Aitor Barrondo Agudín, me ha recordado autores como John Steinbeck, Truman Capote, William Faulkner o E.M. Delafield, entre otros muchos, por su forma de aproximarse a las vivencias de personajes comunes en sus entornos.
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