Mi acercamiento a este autor ha venido derivado de la recomendación de una compañera del club de lectura. Hacer recomendaciones, y recibirlas, es siempre un tema delicado pues los gustos de las personas en materia literaria son muy dispares y lo que a uno entusiasma a otro le puede resultar un verdadero ladrillo. Lo que sí que creo es que este libro no dejará indiferente al lector, en uno u otro sentido, pues puedo llegar a entender que alguno abandone su lectura. No ha sido mi caso y habiendo llegado al final me dispongo a dar mi opinión. Esta novela fue publicada en 1998 y no es al parecer una de las mejores del autor, que habría conseguido su mayor éxito en 1976 con la publicación de “El mundo según Garp”.
La narración empieza cuando la protagonista, Ruth Cole, cuenta con cuatro años. Sus padres, Ted y Marion, viven en casas distintas de la misma localidad, alternándolas en función del cuidado de Ruth, en un estado de pre-separación matrimonial constante, manteniendo una relación de amor y odio. El matrimonio tuvo dos hijos más, Thomas y Timothy, que fallecieron un grave accidente de circulación, del que salieron ilesos los padres. Ruth fue concebida como sustitución, pero Marion no es capaz de mostrar ningún afecto hacia ella. La casa en la que vive Ruth tiene las paredes inundadas de fotografías de sus hermanos fallecidos. Eddie es un joven de 16 años contratado para ayudar al padre en sus tareas como escritor de historias infantiles e ilustrador, y de paso ocuparse del cuidado de Ruth. A pesar de la diferencia de edad, durante el verano llega a tener una relación estrecha sentimental y sexual –más de sesenta veces- con la madre, que es presenciada por la niña. Tras el verano, la madre desaparece por fin y deja a Ruth al cuidado de su padre. Eddie es despedido.
El relato da un salto en el tiempo y nos encontramos a Ruth con treinta y seis años convertida en una mujer atractiva y autora de novelas de éxito. En un desplazamiento a Europa, en Amsterdam, investiga la vida de las prostitutas con vistas a su nueva novela, siendo testigo de un asesinato directo, que comunica a la policía de forma anónima. La vida sentimental y sexual de Ruth es un desastre pero llega a casarse, sin amor, con Allan y tiene un hijo, Graham. Coincide con Eddie en eventos literarios pero su obsesión es volver a ver a su madre, que vive en Canadá, es también escritora y de la que Eddie sigue profundamente enamorado, a pesar de los años transcurridos y la diferencia de edad. Al final se encuentra una entrevista realizada al autor que muestra sus pretensiones y algunas de las claves utilizadas en la creación de la novela.
El relato está dividido una serie de apartados bien diferenciados, con grandes saltos en el tiempo, que se nos antojan sin conexión entre sí, como las piezas de un rompecabezas, que toma sentido en su totalidad al finalizar la lectura. Son cincuenta años de la vida de una familia norteamericana que logra atraparnos desde el primer momento y donde se combinan distintos aspectos de unos personajes con gran profundidad psicológica, muchos de ellos escritores. La historia no es sencilla, pero se lee y se sigue con facilidad y aporta claves de mejoramiento personal, numerosos temas sobre los que reflexionar e incluso algunas sugerencias prácticas para nuestra faceta de conductores. El libro me ha parecido genial y a buen seguro con el paso del tiempo volveré sobre este autor, hasta ahora para mí desconocido. Las escenas que se desarrollan en el barrio de las prostitutas de Amsterdam son fantásticas en mi opinión y mucho más si se conoce personalmente ese ambiente. La figura del policía, Harry, simplemente genial. Es verdad que la novela es larga y puede parecer que con capítulos innecesarios pero al final compensa su lectura. Hay una película basada en este libro titulada “The Door in the Floor”, dirigida en 2004 por Tod Williams que intentaré ver aunque según he podido leer cubre parcialmente el relato.
Hace unos años leí “Las Normas de la Casa de la Sidra” y mantengo un recuerdo nítido y placentero de la novela, en la que el escritor trabajaba mucho a los personajes desde una perspectiva psicológica, hasta parecer desmenuzarlos en todos sus matices, sobre todo en sus paradojas y contrasentidos. Aunque los había principales y secundarios, los segundos daban un contrapunto a la novela de lo más sugerente, más interesantes incluso que los soportaban todo el peso de la narración. Una novela muy bien escrita y seguro que esta obra también lo es. Como afirmas, a priori, y conociendo el estilo de autor, los capítulos del barrio de las prostitutas de Amsterdam, pueden prometer momentos de muy buena literatura.
ResponderEliminarGracías, como siempre, por tu documentada y completa reseña.
Feliz verano lector y no lector.