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miércoles, 25 de febrero de 2015

La maldición de la inteligencia, de Carmen Sanz Chacón

@CarmenSanz Carmen Sanz Chacón es una psicóloga experta en temas de superdotación y altas capacidades y presidenta de la Fundación Inteligencia y Sociedad, que tiene por objetivos la promoción del talento, la inteligencia, y el desarrollo de los niños y jóvenes con altas capacidades. Anteriormente ejerció de gerente en una empresa de telecomunicaciones y coincidí con ella hace muchos años, muy brevemente, en dos ocasiones: un examen de acceso a una sociedad y un reportaje que apareció en la prensa nacional. En su página web hay más información acerca de su biografía y actividades.

El libro que nos ocupa es un compendio de diferentes informaciones sobre el asunto de la inteligencia y todo lo que le rodea. Está estructurado en nueve capítulos, a saber: Ellos. Características de los niños superdotados, Disincronía emocional o mobbing, Los superdotados en el colegio, Diagnósticos erróneos de la superdotación, Chicas superdotadas, Superdotados adultos, La inteligencia y los superdotados y, por último, Inteligencia y felicidad. Todos enfocados desde un punto de vista muy práctico y divulgativo avalado por numerosas experiencias personales y tomadas de las historiales de sus pacientes. Es de hacer constar que Carmen tiene certificado, al menos y aunque no lo menciona expresamente en el libro, un C.I. de 168.

Se trata de un libro de poco más de doscientas páginas y que contiene algo más de cuarenta y tres mil vocablos. Una gran variedad de información está repartida por los capítulos que lo componen, aunque por momentos la lectura adopta cierta deslavazón y se repite la misma idea de forma reiterativa. En todo caso, el curioso lector que se acerque a sus páginas tanto por necesidad como por mera curiosidad no quedará defraudado. No se nota oficio de escritor en la autora pero si conocimiento profundo del tema por su dilata experiencia tanto personal como profesional. Se desmitifican muchos mitos sobre los superdotados y se les pone en su plano humano donde la mayoría de las veces sus altas capacidades devienen en situaciones problemáticas en sus vidas personales, familiares y profesionales, especialmente en las mujeres, que les hacen adoptar papeles que no les arrojan precisamente felicidad sino todo lo contrario. Una cuidada y profusa bibliografía al final supone un gran número de pistas para seguir indagando en el asunto. El lector no podrá decir que al menos no se le han abierto los ojos sobre este reducido mundillo. Si establecemos 100 como índice central de C.I., todas aquellas personas que superen 130 son consideradas como superdotadas y según estudios se da este caso en el 2% de la población. Alguna amistad o familiar tendremos por ahí que transite por estos pagos sin que nos hayamos enterado. Recomendable por la información aunque no por lo literario, su lectura no nos defraudará, siempre en función de nuestros conocimientos y de lo que vayamos buscando.

Me viene a la mente una muy buena película, tangencial o no a este asunto, que me atrevo a recomendar aquí, sobre los problemas que se le presentan a uno cuando «no se es como los demás». «Divergente» dirigida por Neil Burguer. No dejen de verla. 

Algunos textos entresacados de las páginas del libro:
En estos casos solemos aconsejar a los padres repetir las pruebas cuando los niños ya han adquirido esa capacidad de motricidad fina, habitualmente a partir de los 4 años.
«Preferiría ser más tonto, así podría ser más feliz».
«Cuando una hierba sobresale sobre las demás en el campo no se la premia, se la corta al ras de las otras».
«El clavo que sobresale se lleva todos los golpes». «Casi todo lo que hace que un individuo destaque como distinto de una u otra norma puede invocarse, o simplemente suscitarse inconscientemente, como motivo de prejuicio y aversión, de hostilidad y discriminación».
A nuestra consulta nos llegan niños muy pequeños, desde los 4 y 5 años, con problemas de ansiedad, con fobias y con rechazo escolar. Cuando estudiamos sus conductas en profundidad nos encontramos con depresiones infantiles, con síntomas de retraimiento, con rechazo al colegio y a los profesores; y en el ámbito físico, con dermatitis atópica, con problemas de estómago y un sinfín de síntomas variados que tienen como origen la ansiedad que les produce la relación con sus compañeros.
…intentando disimular su propia condición e intentando pasar desapercibidos.
Como el rendimiento es bajo, lo último que piensan los docentes es que el niño pueda tener alta capacidad.
Son chicos que han reaccionado al rechazo como el «rebelde sin causa», utilizando estrategias agresivas, verbales o físicas, y así han sido capaces de ir sobreviviendo en el colegio.
La inteligencia es una cualidad genética en su mayor parte y totalmente independiente del sexo.
La diferencia entre el éxito y el fracaso casi siempre es el número de veces que lo volvemos a intentar. Citando a dos famosos pensadores: «El éxito es aprender a ir de fracaso en fracaso sin desesperarse». WINSTON CHURCHILL «Las personas no son recordadas por el número de veces que fracasan, sino por el número de veces que tienen éxito». THOMAS ALVA EDISON

domingo, 22 de febrero de 2015

El maestro Juan Martínez que estaba allí, de Manuel Chaves Nogales

Manuel Chaves Nogales, periodista sevillano fallecido en su exilio voluntario en 1944. Podemos leer una breve semblanza de su biografía en este enlace a la reseña de uno de sus libros más conocidos publicada hace días, en enero de 2015, en este mismo blog. Para ampliar datos sobre este personaje, poco conocido me atrevería a aseverar, podemos acceder a una página web dedicada, en la que en uno de sus apartados hay más datos sobre su biografía y sobre otros aspectos de su figura.

Y como estoy un poco vago y sobre todo con falta de tiempo, en este apartado de la sinopsis me voy a aprovechar de la tomada de la página del libro en La Casa del libro que dice así: Después de triunfar en los cabarets de media Europa, el bailarín flamenco Juan Martínez, y su compañera, Sole, fueron sorprendidos en Rusia por los acontecimientos revolucionarios de febrero de 1917. Sin poder salir del país, en San Petersburgo, Moscú y Kiev sufrieron los rigores provocados por la Revolución de Octubre y la sangrienta guerra civil que le siguió. El gran periodista sevillano Manuel Chaves Nogales conoció a Martínez en París y asombrado por las peripecias que éste le contó, decidió recogerlas en un libro. El maestro Juan Martínez que estaba allí conserva la intensidad, riqueza y humanidad que debía tener el relato que tanto fascinó a Chaves. Se trata, en realidad, de una novela que relata los avatares a los que se ven sometidos sus protagonistas y cómo se las ingeniaron para sobrevivir. Por sus páginas desfilan artistas de la farándula, pródigos duques rusos, espías alemanes, chequistas asesinos y especuladores de distinta calaña. Compañero de generación de Camba, Ruano o Pla, Chaves perteneció a una brillante estirpe de periodistas que, en los años 30, viajaron profusamente por el extranjero, ofreciendo algunas de las mejores páginas del periodismo español de todos los tiempos.

Tercer libro que leo en pocos días de este autor felizmente encontrado y aunque no me ha gustado tanto como los dos anteriores, «A sangre y Fuego» y la biografía del torero Juan Belmonte, sus trescientas veinte páginas con sus algo más ochenta mil vocablos son igualmente deliciosas. Una historia que llegó a manos del autor referida por el propio protagonista a base de hurgar en sus recuerdos y a la que Manuel Chaves dio vida en este relato de ni biografía ni novela sino todo lo contrario. Un estilo directo, como el de todos sus libros, una prosa cuidada salpicada de algunas palabras desconocidas para mí y que he celebrado descubrir construyen una historia fascinante que tiene muchos visos de verosimilitud y que nos hace ponernos en la piel del protagonista y su «Sole» y vivir con él seis años de peripecias en un ambiente convulso y enrarecido por una guerra fratricida que ni le iba ni le venía pero que sentía y padecía en sus carnes. Enternecedor su espíritu desinteresado y colaborativo para brindarse a ayudar a quién pudiera sin posibles consecuencias en un ambiente enrarecido como ninguno. La parte del título que alude a la profesión de maestro de Juan Martínez me resultó un poco engañosa en un primer momento, porque se trata de una maestría en el arte del baile en la que no había pensado. No podemos afirmar que la historia sea real ni en parte alguna del libro se puede encontrar texto que lo asevere o lo desmienta, con lo cual cada lector tendrá que tomar sus propias decisiones al respecto. Los hechos se relatan en toda su crudeza, sean quién sean sus protagonistas y con tan excesivo celo que sería muy difícil por no decir imposible atribuir al autor sesgos o tomas de partido por alguna de las partes. Una maravilla esa cualidad muy bien conseguida por este autor, como ya lo hiciera en los otros dos libros comentados.

Ya tengo elegido el siguiente libro a leer, «La agonía de Francia» pero dejaré pasar un tiempo para condurar mi contacto con este autor que hace ya muchos años que dejó de escribir.

martes, 17 de febrero de 2015

Juan Belmonte, matador de toros, de Manuel Chaves Nogales

Nos remitimos a esta reseña realizada hace unos días, en enero de 2015, sobre este escritor para conocer antecedentes de su vida y su obra.

Este libro, antes de ser tal y como ha ocurrido con otros muchos, fue inicialmente publicado por entregas entre junio y diciembre del 35, poco antes de que Belmonte se retirara de las plazas. El propio torero nos relata en primera persona sus andanzas infantiles en los barrios sevillanos de Triana y Macarena, sus escapadas adolescentes nocturnas a tentar toros en las fincas cercanas, sus sueños y su desfile por unas plazas y otras, en España y América, hasta llegar a convertirse en una figura indiscutible del toreo. Y no solo relata cuestiones relativas al mundillo taurino, sino sus propias y personales apreciaciones sobre la vida, la familia, los círculos de amigos, el mundo empresarial, sus antagonismos con otras figuras de la época y sus altibajos en las ganas de ponerse frente a los pitones de un toro.

El libro consta de 98.767 vocablos, 376 páginas en edición impresa, que se leen en un santiamén. Incluso aunque no se sea aficionado al mundo del toro, esta biografía novelada aparece en varios sitios como una de las mejores piezas que se han escrito sobre este género. Con un nivel de narración admirable, rayando en lo sublime, el autor no sólo nos está contando la vida y milagros del maestro Belmonte, sino que retrata fielmente la época de la vida de España en la que tienen lugar los hechos. No se trata solo de una colección de anécdotas y chascarrillos, que también, sino de una secuencia muy bien andamiada que constituye un testimonio con mayúsculas, un reflejo vital de aquellas primeras décadas del siglo XX en España.

He quedado embelesado con su prosa y su cadencia hasta calificar este libro como uno de aquellos que no quieres que se termine nunca. Se trata del segundo libro que leo de este autor y me atrevería por la distancia desde que fue escrito en calificarlo de legendario. Y me temo que me ha picado el gusanillo y no pararé hasta habérmelos leído todos. Quiero más de Manuel Chaves Nogales y pongo en mi punto de mira su «El maestro Juan Martínez que estaba allí» como siguiente a devorar en cuanto en lo eche al coleto.

Algunos textos entresacados…

No conseguíamos jamás dar un solo pase a aquella bestia sabia, que nos tenía el cuerpo acardenalado. Aquello no era torear. Era la lucha desigual y suicida de nuestra audacia y nuestro espíritu de sacrificio contra la fuerza bruta aliada a los peores instintos.

Con cuatro o cinco arrancadas el toro sembró el pánico en la pandilla y se quedó solo en el centro de la plazoleta, con la cabeza en las nubes y corneando a la Luna. Los torerillos atrincherados en los burladeros apenas se atrevían a llamarle la atención.

Medio adormilado, con la visera de la gorra echada sobre los ojos, canturreaba por lo bajo en aquel rinconcito del patio, ajeno a todo lo que no fuese mi anhelo de meterme en el cuarto y dejarme caer en aquella cama blandita, que tenía un embozo blanco como una sonrisa y se vestía con una sugestiva colcha rameada.

Sevilla estaba llena de mí.

Pero aquí en Nueva York, donde un hombre no es nadie y una calle es un número, ¿cómo se puede vivir? 

El miedo del torero El día que se torea crece más la barba. Es el miedo. Sencillamente, el miedo. Durante las horas anteriores a la corrida se pasa tanto miedo, que todo el organismo está conmovido por una vibración intensísima, capaz de activar las funciones fisiológicas, hasta el punto de provocar esta anomalía que no sé si los médicos aceptarán, pero que todos los toreros han podido comprobar de manera terminante: los días de toros la barba crece más aprisa.

sábado, 14 de febrero de 2015

LAS PÁGINAS DEL MAR, de Sergio Martínez.


LAS PÁGINAS DEL MAR
Sergio Martínez
Grijalbo
632 páginas
20,90 Euros
9,99 eBook
 Quizá estos dos "personajes" os suenen: 



El primero es  Fernando de Magallanes, el segundo Juan Sebastián Elcano. Dos personajes históricos que aparecen en esta novela de Sergio Martínez (Santander,1975) y que nos sirven para situarnos en un contexto muy concreto: estamos en el año 1519,  justo en los momentos previos a  que cinco naves españolas al mando de Magallanes, y posteriormente de Elcano, emprendan rumbo a las Islas de las Especias. La empresa no es pequeña, ya que deben llegar allí atravesando únicamente mares castellanos, respetando de este modo lo acordado en el Tratado de Tordesillas. Un viaje que pasará a la historia: se trata de la primera circunnavegación del Mundo.

Pero acabamos de ponernos en marcha, y para que este viaje termine tienen que pasar  tres años, muchas aventuras y sobre todo desventuras (hambre, sublevaciones, discusiones, violaciones, egos enfrentados…) Sólo una, de las cinco naves, regresó de la expedición; de los más de doscientos cincuenta hombres que salieron de Sanlúcar de Barrameda aquel veinte de septiembre, sólo dieciocho regresaron.

He empezado esta reseña con dos Grandes Nombres para un Gran Viaje, pero descendamos un poco, porque esta historia tiene como protagonista a un grumete, un  montañés que será junto a Antonio Pigafetta (otro personaje histórico) el encargado de ir anotando lo que sucede en ese periplo, el encargado de narrar esta historia: Definitivamente, no iba a ser fácil retratar al portugués (Magallanes). Además, de eso ya se encargaría Pigafetta; al fin y al cabo, tenía contacto diario con él y gozaba de su confianza. No, mi historia iba a ser diferente. No hablaría de reyes ni de reinos; no hablaría de imperios ni de grandes flotas llamadas a la conquista de nuevas tierras. Como me habían pedido mis compañeros, mi historia se centraría en lo cercano, en el sufrimiento de los humildes, en las miserias de las personas sencillas, a través de uno de nosotros. Yo mismo había propuesto que fuera alguien imaginario, pero me costaba. Entonces lo vi claro: sería mi propia historia; camuflada, sí, pero la mía. Yo sería el personaje. (p.242)

Este protagonista-narrador antes de llegar a formar parte de la tripulación de la nave Victoria vivía en la comarca de Liébana  junto a su madre, su padre, dos hermanas y tres hermanos. Allí sufrían épocas en las que escaseaba el alimento: las raciones eran cada vez más justas y dependíamos en gran medida de lo que nos daba el monte, de tal modo que si no era posible hacer pan de trigo, de centeno o de otro cereal, molíamos las castañas y las bellotas que habíamos recogido en otoño y hacíamos un pan amargo que, aunque no nos gustaba, al menos nos alimentaba. (p.51) Una vida en la que hay que trabajar la tierra, sabiendo que la naturaleza a veces juega malas pasadas, y en la que los que más tienen más quieren y por tanto, más aprietan al resto; pero en la que también habrá gratas sorpresas para él, como es la entrada en ese mundo  de necesidades, otro  materializado en una  Biblioteca, y que le abrirá las puertas a la lectura y a la escritura. Gracias a Sancho el Tuerto –y sólo desvelaré su nombre- irá descubriendo a Herodoto, Platón, San Agustín, Jorge Manrique o al Arcipreste de Hita, entre otros.  Con aquellas lecturas descubría un mundo inmenso de emoción y fantasía que nunca había imaginado. Mis tareas diarias con los animales, en el huerto o en las tierras de cereal, tanto en casa de Sancho como en mi hogar, pasaban como un relámpago mientras recordaba aquellos versos y relatos maravillosos que mi maestro nos hacía copiar (…) (p.104)

Lecturas que sin embargo no pueden hacer nada contra las injusticias que tienen lugar en su pueblo. Y lecturas que luego  tendrán su espacio en el mar. Y es que en el mar, navegando día y noche, día y noche, día y noche, el tedio está al acecho, y sólo queda o bien ponerse a trabajar o sumergirse en otras historias o en la propia, si uno quiere escapar de él. Lecturas que -¡cuánto nos alegramos!- no le llevarán a infravalorar otros conocimientos que están más allá de lo libresco:Sin embargo allí, trabajando en la playa más remota del mundo, rodeado de sencillos grumetes y marineros, me sentía feliz volviendo a aprender, y en aquellas manos curtidas, expertas y sabias de mis compañeros veía el mismo brillo y la misma sabiduría que en las palabras y los consejos de mi maestro. Aquellos marineros que a pesar de los desvelos, los sufrimientos, el frío y el hambre habían sido lo bastante fuertes para no desistir en su empeño y no faltar a su palabra se convirtieron en mi guía para lograr el perdón. (p.183)

En la comarca de Liébana además del gran descubrimiento de los libros,  vivirá  el amor, el cariño, la amistad...

Esta es la historia de un Gran Viaje por mar, pero también la historia de iniciación de un joven montañés que dio la vuelta al mundo a la par que daba una vuelta sobre sí mismo–no exenta de desvíos –hasta encontrar el lugar: su lugar.

Se trata de la primera novela de Sergio Martínez, y aunque llama la atención su extensión el escritor consigue mantener el interés gracias a la alternancia de capítulos que transcurren en la montaña y los que transcurren en el mar. Además gracias a un secreto que guardan el protagonista y su hermano pequeño vamos leyendo y leyendo  también con el empeño de llegar a conocer ese misterio que a veces se insinúa: sólo le ocultamos lo más terrible, aquello que por su bajeza guardábamos para nosotros (p.21). En un intento de dejar atrás nuestros pecados (p.45). 

Hay que destacar personajes como el citado Sancho el Tuerto, la tía Elvira, el tío Pedro, Lucía, su hermano Nicolás o la madre. Personajes que están muy bien tratados, aunque algunos salgan poco. Creo que se debería haber cuidado algunos momentos que resultan un tanto tópicos, momentos que al leerlos tenemos la sensación de haberlos leído o visto ya en otras historias. Por lo demás, he disfrutado mucho leyendo esta novela. Hacía tiempo que no leía un libro con tantas peripecias, con esas aventuras que no deberíamos dejar nunca de lado. Y me gusta la atención prestada a lo que siente un cuerpo en las caminatas, en todos esos días en las naves, etc. A veces parece que se olvida en las novelas el tratamiento del cuerpo. Como si nunca tuviésemos hambre. Como si nunca sintiésemos cansancio. 

Sergio Martínez (Santander, 1975) es licenciado en Historia por la Universidad de Cantabria. Actualmente trabaja en esa misma universidad y es coordinador editorial del Museo Cartográfico Juan de la Cosa (Potes, Cantabria). Ha publicado varios libros de investigación y divulgación, y ésta es su primera novela.






PATRICIA L.D. 

Nota: Esta reseña apareció publicada el día 13 de febrero aquí .

sábado, 7 de febrero de 2015

VISIÓN DE NUEVA YORK,de Carmen Martín Gaite.

En "Visión de Nueva York" me encuentro con una Carmen Martín Gaite (Salamanca, 8 de diciembre de 1925-Madrid, 23 de julio de 2000) que desde este instante pasa a  formar parte de mi imaginario collage en el que voy a pegar a  personas y personajes paseantes. Dice  su hermana Ana María: Amaba la calle. Era como su cuarto de estar, y en este trabajo se aprecia con claridad que sus fuentes de información las obtuvo siempre de su deambular por la ciudad, de su implicación física e intelectual en la actividad ciudadana.
 En "Visión de Nueva York" vemos a Carmen caminar, y seguimos sus pasos no sólo a través de sus palabras, también a través de sus collages. Porque este libro-cuaderno es una mezcla de textos propios y ajenos, fotografías, recortes de periódico, anotaciones, sobres, facturas, anécdotas, su día a día en esa ciudad,  todo cosido por sus manos –ella que tanto admiraba a los artesanos –las manos de Calila, como la llamaba  Ignacio Álvarez Vara. Y aquí tengo que recoger algunas palabras de Nacho -como le llamaba Martín Gaite a él- aunque es tan hermoso el retrato que hace de ella  que me quedo con  ganas de transcribirlo entero: Las hadas vienen de mundos tejidos con hilo de oro. Calila llegó a hacer de su forma de tejer el mundo, y de recordarlo, representarlo y presentirlo, una manera de ser. Las cosas insignificantes, ella podía transfigurarlas. Para eso era un hada. Pero ni dibujaba ni vivía ni escribía a golpes de varita mágica. Admiraba el trabajo y lo practicaba como religión.


Carmen Martín Gaite empezó este cuaderno como  homenaje a su amigo Nacho (que desde hacía años le insistía para que fuera a Nueva York) y como un homenaje a Edward Hopper: gracias a una exposición retrospectiva a la que pudo asistir,  contempló la obra del pintor, saliendo entusiasmada. Dentro del cuaderno encontramos palabras y un collage dedicado a él: Él no fue un pintor "social" o un "intelectual", afortunadamente estuvo libre de "ideas". Lo que le atrajo en el curso de su larga vida y de su difícil profesión fueron ciertos temas que se repiten: personajes solitarios en habitaciones desnudas, restaurantes, teatros; puentes y azoteas deshabitados (...).   

            
Por este cuaderno caminamos junto a ella  y nos vamos encontrando a personas anónimas  que gracias a su pluma y trabajo de cortar y pegar, Carmen convierte en personajes entrañables; escritoras como Virginia Woolf con la que  tiene tanto en común;  Woody Allen,  Greta Garbo, músicos, calles, sueños, reflexiones, familiares, excursiones y hasta sus ganas de dejar de fumar: A ver si dejo de fumar de una puñetera vez. Ya se me olvidan las veces que lo he decidido y que he vuelto a caer en la chupadita. Tal vez esto de recortar y pegar, además de lo divertido que es, puede llegar a convertirse en un sucedáneo del tabaco(...) Hoy he comprado en Broadway lápices de colores, que aquí son muy baratos, una cinta de cello transparente y el New York Post, que trae muy buena materia para mi trabajo.(...) Busca la materia en todo lo que cae en sus manos y nos lo devuelve con esa mirada tan especial que tanto me gusta.


Tengo la edición de tapa dura, regalo que me hizo mi madre hace unos años, y estos días he decidido volver a abrirlo, mirándolo y leyéndolo como si fuera la primera vez:para los lectores de Martín Gaite es un tesoro.



PATRICIA L.D. 

martes, 3 de febrero de 2015

Infancia, de John M. Coetzee

John Maxwell Coetzee, cuyo apellido se pronuncia «Cotsía», es un autor sudafricano nacido en Ciudad del Cabo en 1940, si bien su actual nacionalidad es australiana y reside en este país. En 2003 fue galardonado con el premio Nobel de Literatura. Sus primeros años transcurrieron entre su ciudad de nacimiento y Worcester tal y como se refleja en esta novela que estamos reseñando. Licenciado en matemáticas, estuvo unos años en Londres trabajando como programador informático, etapa que refleja en su novela «Juventud». Enfocó sus pasos hacia el tratamiento de la lingüística por computadoras y tuvo una etapa como profesor en universidades de Estados Unidos y actualmente trabaja como investigador en una universidad australiana, sin por ello olvidar sus orígenes sudafricanos. En su haber ostenta varios premios internacionales además del ya mencionado Nobel y su obra es muy extensa, no solo en publicaciones sino también en críticas literarias y colaboraciones en prensa. Por destacar alguno de sus libros podemos citar «Vida y época de Michael K.», «Desgracia», «El maestro de Petersburgo» o «Esperando a los bárbaros».

En el momento en que transcurre este relato, completamente autobiográfico aunque novelado, el protagonista tiene unos diez años y vive en Worcester, una ciudad situada a poco más de cien kilómetros de su natal Ciudad del Cabo. Es miembro de una familia desestructurada compuesta por un hermano menor al que ignora, un padre abogado venido a menos por su dejadez al que detesta por sus nulas implicaciones familiares y una madre a la que adora a la vez que odia. En el colegio trata de ser el mejor, destacando en temas académicos pero también en variables de personalidad que le provocan no pocos altercados en sus relaciones con los profesores y compañeros, algunos solucionados y otros acrecentados por mentiras y falsas declaraciones, como la de hacerse pasar por católico cuando en realidad no tenía nada de ello. Anhela las estancias en la granja familiar paterna, Vóelfontein, al lado de un tío al que admira más que a su propio padre. El relato no parece ser exhaustivo y nos presenta escenas significativas o irrelevantes escogidas por el autor de esos cuatro o cinco años de su vida. Se trata de la primera parte de una trilogía que tiene continuación en «Juventud» y «Verano».

Aunque llevaba tiempo con este autor pendiente, como otros muchos, el ser de obligada lectura por uno de los clubs en los que participo me ha forzado a asomarme a su obra. Un libro pequeñito pero matón con sus ciento setenta y una páginas y sus poco más de cincuenta y tres mil vocablos que duran poco más de tres respiraciones por su lenguaje natural y espontáneo, lejos de complejidades y rebuscos. El autor hace de su vida una novela narrando desde fuera su propia existencia, como una excusa para mostrarnos la vida en provincias de la Sudáfrica de mediados del siglo XX y a la vez un repaso personal y un auto ajuste de cuentas con su pasado. Las cuestiones del apartheid tan presentes, antes y ahora, en ese país subyacen a un relato en el que la mezcolanza de nacionalidades —nativos, afrikans o ingleses—, religiones —protestantes, católicos o judíos—- o color de la piel —blancos o negros__ ocupan un trasfondo de denuncia y posicionamiento del autor. Muchas preguntas sobre sus emociones y sus modos de actuar en esa época de su vida que parecen quedar pendientes de resolución incluso para él mismo.

Aun gustándome, me ha sabido a poco. No podemos poner en tela de juicio la dotes narrativas de este autor, sobrio, mesurado y elegante, y aunque todas las comparaciones son odiosas, este tipo de relatos me traen a la memoria otros de corte parecido, o que a mí me lo parecen, como «Las uvas de la ira» de John Steinbeck, «Canadá», de Richard Ford o el magnífico «Una mujer difícil» de John Irwing, todos ellos reseñados en este blog y cuya lectura recomendaría sin dudarlo antes que este que nos ocupa.

lunes, 2 de febrero de 2015

El señor de las moscas, de William Golding

William Golding fue un escritor y poeta inglés nacido en 1911 y considerado como uno de los grandes autores en lengua inglesa del siglo XX: Se formó en Oxford en literatura inglesa y con 23 años publicó sus primeros poemas. Tras su participación activa en la Segunda Guerra Mundial enrolado en la marina inglesa se dedicó a la enseñanza y retomó sus actividades literarias escribiendo esta novela, una de las más conocidas y que vio la luz en 1954. Otras obras suyas que pudieran ser destacadas son « Martín el náufrago», «La oscuridad visible» o la trilogía del mar compuesta por «Ritos de paso», «Cuerpo a cuerpo» y «Fuego en las entrañas». Obtuvo el Nobel de literatura en 1983 y llegó a ser ordenado Caballero de la Orden del Imperio Británico. Falleció en 1993 mientras trabajaba en su última novela, que hubiera llevado por título «La lengua oculta».

Una treintena de muchachos sobreviven a una accidente en una isla desierta. Ningún adulto está con ellos y desde el primer momento surge la idea y la necesidad de organizarse mientras suspiran por la aparición de un barco en el horizonte que se acerque a la isla y los devuelva a casa. Dos personalidades destacan desde un primer momento: Ralph, que es elegido jefe en la primera asamblea y Jack, un líder nato con características más pendencieras y que tiene gran influencia sobre un grupo que gusta de actividades más aventureras y dejarse llevar más por el disfrute que por el trabajo y la organización. Junto a ellos, más afín a Ralph que a Jack, encontramos a «Piggy» que a pesar de sus corta edad tiene la cabeza muy bien amueblada y da certeros consejos que no siempre son escuchados. Sus gafas son vitales en la iniciación del fuego que acuerdan mantener siempre activo en la parte más alta de la isla para poder ser vistos desde la mayor distancia posible. Curioso el uso de una caracola como símbolo de la persona que está en uso de la palabra en las asambleas multitudinarias. Ralph opta por organizar la vida de todos en la isla construyendo refugios y estableciendo unas normas básicas de convivencia en donde cada uno tendría su cometido colaborativo. Los grupos van encontrando cada vez más diferencias entre ellos por la animosidad de Jack que reta de forma constante y provocativa a Ralph provocando la desobediencia en sus seguidores hasta que logra la escisión. Las tensiones van en aumento a pesar de los intentos de Ralph y Piggy hasta que llegan a las manos y más que ellas en un enfrentamiento que supone un baño de sangre. El desenlace final queda para los curiosos lectores que se animen con ella.

Se trata de un clásico muy recomendable con sus 256 páginas conteniendo 64.418 vocablos que se lee con facilidad. El título hace referencia a la cabeza de un jabalí cazado que sitúan en una pica como ofrenda a un supuesto monstruo que no acaba de dejarse ver claramente. Por momentos me ha resultado pesado por la repetición de explicaciones sobre las acciones de los protagonistas o el abuso, a mi entender, de diálogos demasiado cortos y redundantes sobre situaciones así mismo redundantes. Pudiéramos considerarla una semblanza de la sociedad, en la que con suma facilidad se opta por solventar las diferencias mediante barbarie y conflicto en lugar de trabajo, disciplina y tolerancia. En suma pues, una reflexión sobre la naturaleza humana, una obra de alcance social y que bien debiera ser leída por todos por las enseñanzas que de ella se pueden deducir.