Pilar Fernández Vinuesa es licenciada en Historia del Arte por la Universidad Complutense de Madrid. Ligada a la ciudad de Toledo, durante quince años ejerció como responsable del departamento didáctico del museo de la Santa Cruz de Toledo y fue comisaria y coordinadora de numerosas exposiciones en diferentes museos de la ciudad. Ha inventariado gran parte del patrimonio de varios conventos de Toledo, algunos de ellos ya desaparecidos por la falta de vocaciones. Divulgadora cultural, ha impartido numerosas conferencias y cursos sobre arte, conservación de obras y museística en general. Entre sus obras escritas, además de la que hoy comentamos tenemos «Las plazas Mayores de la provincia de Toledo», «Hierros artísticos Julio Pascual» o «La obra retabilística de Juan Correa de Vivar». En la actualidad, marzo de 2019, es la directora conservadora del museo de San Antonio el Real de Segovia, una joya casi desconocida que la propia Pilar muestra en las visitas guiadas que hacen la delicia de los que se acercan a contemplar esta maravilla fabulosamente conservada. Aunque, en sus propias palabras, el vocablo «artesonado» no es correcto, el monasterio tiene cuatro que dejan con la boca abierta.
Doménikos Theotokópoulos, nombre impronunciable que quedó reducido al apodo de «El Greco», es un genial pintor cuyo verdadero mérito tardó siglos en reconocerse. Cómo uno de los actos celebrados con motivo del centenario de su muerte en 2014 surgió este libro. Tras una breve introducción de acercamiento a su figura, el relato queda dividido en cuatro grandes bloques que muestran la evolución el pintor desde sus inicios en Creta —lugar de nacimiento— hasta su destino final en Toledo donde alcanzó su esplendor, pasando por Venecia y Roma donde estuvo al lado de grandes maestros de la pintura italiana. En cada uno de estos cuatro apartados podremos contemplar una breve historia y varios de sus cuadros comentados por la autora de forma magistral. En 1579, la muerte de Navarrete el Mudo, pintor «oficial» de Felipe II para su Monasterio de El Escorial hizo concebir esperanzas de sustituirle a El Greco, pero su magnífico cuadro de «El martirio de San Mauricio y la legión Tebana» no gustó al Rey, por lo que Doménikos se refugió en Toledo donde dio rienda suelta a su arte de forma independiente, con soluciones atrevidas e incluso algunas veces faltas de decoro a decir de estamentos eclesiásticos de la época. En la iglesia de Santo Tomé de Toledo podemos contemplar otra de sus maravillas, «El entierro del señor de Orgaz».
Recoge las vivencias, trayectoria vital y diferentes motivaciones que llevaron al Greco a salir de su tierra natal, pasar por Venecia y Roma y llegar a ser vecino de Toledo; su aguda inteligencia para elegir lo más adecuado a cada momento, y para adaptarse y sacar partido de las circunstancias muy diferentes en las que le tocó vivir.
Impreso en papel de calidad y con reproducciones magníficas de los cuadros seleccionados, este librito de 88 páginas, pequeño en tamaño pero grande en contenido, nos propone un acercamiento directo a la obra de este artista genial. Conocer su evolución pictórica es una delicia a través de los puntuales y acertados comentarios a una selección muy cuidada de sus cuadros, donde queda patente una evolución constante en formas y colores hasta llegar al conocido «manierismo». Deslumbrado por Tiziano, sus retratos de Giulio Clovio, Vicenzo Anastagui y el archiconocido Caballero de la mano en el pecho dan fe de la maestría de este griego universal que desarrolló su arte en España desde su llegada en 1577 hasta su muerte en 1614. Para aficionados y desconocedores de El Greco, este libro es una guía indispensable que en muy poco tiempo consigue formar al lector en el conocimiento de un pintor que no deja indiferente a quienes contemplan su obra.