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jueves, 30 de enero de 2020

La perra, de Pilar Quintana

Pilar Quintana, escritora colombiana nacida en Cali en 1972. Realizó estudios de comunicación social en la Universidad Javeriana de Bogotá. Hizo incursiones laborales en televisión y publicidad. Viajó tres años por el mundo y a su regreso a Colombia se radicó en el Pacífico colombiano. Ha escrito varios novelas y cuentos y el libro que comentamos hoy, «La perra» recibió en 2018 el Premio Biblioteca de Narrativa Colombiana. 

Damaris vive pobremente y al día con su pareja, Rogelio, en un lugar indeterminado de la costa colombiana del Pacífico, arrastrando numerosas decepciones en su vida, entre otras la de no tener hijos. Para suplir esta falta, adopta una perrita casi recién nacida, a la que pondrá por nombre Chirli y con la que irá estableciendo una relación muy intensa de amor y odio que condicionará por un tiempo la vida de Damaris y sus relaciones con las personas y la naturaleza. 

Ciento seis páginas que contienen poco más de veinticuatro mil vocablos para una novelita corta muy adecuada para acometer entre lecturas de más calado. Directa, cotidiana, sin alharacas ni estridencias, la autora nos adentra en una historia intensa y dramática que se puede leer de una sentada. Las emociones aparecen en toda su intensidad con una prosa con tintes musicales para los españoles europeos que asistirán a una riqueza añadida por los giros utilizados en Colombia. Entrañable.



martes, 28 de enero de 2020

El laberinto español, de Gerald Brenan


Edward Fitzgerald Brenan, nacido en Malta en 1894 pero de ascendencia británica, es un escritor e hispanista perteneciente al Círculo británico de Bloomsbury. Con una infancia itinerante, residió en varios países tales como la propia Malta, Sudáfrica, Inglaterra, Irlanda o la India. Instalada su familia de forma definitiva en Gran Bretaña, estudió en el Radley College de Oxfordshire. Viajero e inquieto recorrió Europa y participó como soldado en la I Guerra Mundial siendo condecorado. Con los posibles de su herencia familiar reside largas temporadas en un pueblo de Granada para dedicarse a la lectura y pasear por el campo. Trasladada su residencia a Málaga es testigo directo de la batalla en esa ciudad durante la Guerra Civil Española. En 1943 publica en inglés este libro, «El laberinto español», estando prohibido en España en aquellas fechas y durante muchos años y que al fin vio la luz en 1978 en la editorial Ruedo Ibérico de París. En total escribió unos cincuenta libros, la mayoría de ellos de viajes. Muere en España en 1987 a la edad de 92 años.

Los españoles llevan grabado muy en su interior el sentimiento de «patria chica» por lo que es muy difícil alcanzar un consenso unitario para todos, ya que priman sentimientos locales cuando no de tipo nacionalista que entienden como una agresión las disposiciones de gobiernos centrales llegando incluso a sublevaciones violentas. El convulso siglo XIX español es buena prueba de ello, así como el primer tercio del siglo XX que desencadenó una violenta Guerra Civil en 1936. Estamos ante un libro de referencia de un hispanista inglés que analiza desde la distancia los complejos sucesos que fueron poniendo piedra sobre piedra hasta llegar a la catástrofe. 

¿No es España, después de todo, el país en que la Historia —y de qué monótona manera— se repite una y otra vez?

Interesante resaltar el subtítulo de este libro: «Antecedentes sociales y políticos de la guerra civil española». Me atrevería a considerarlo un catecismo de obligada lectura para todos los españoles, que de alguna forma aprenderían que la historia que no se conoce está obligada a repetirse. Nada de lo que ocurre en estos momentos, primeros años del siglo XXI, es nuevo, pero se lo parece al común de los españolitos que tienen muy poco por no decir ningún conocimiento de la Historia de España y cuando lo tienen, en algunos casos, está enormemente sesgado por un periodo de cuarenta años que es mejor no recordar. A modo de ejemplo, para muchos españoles de cualquier edad, una república —una forma de gobierno como otra cualquiera— no es sino «nuestra república de 1931» sobre la que no han leído ni oído nada fuera de la enseñanza «oficial». Verdaderamente lamentable, pero se está a tiempo de conocer una verdad nada sospechosa, la de Brenan, leyendo este magnífico libro. Analizando y estructurando de manera impecable, fundamentándose en los hechos y no en las opiniones, el autor desmonta tópico tras tópico con un resultado apasionante que arroja luz sobre unos hechos que muchos están lejos de conocer y no van a ser enseñados en escuelas y colegios, donde el temario de la asignatura de historia suele acabar con la «gloriosa» Guerra de la Independencia ante los vecinos galos, que por cierto tienen como forma de gobierno una república desde hace muchos años.

 «Desde la primera página tienes la penosa sensación de que ya entonces, éramos como somos, de que hemos retrocedido o apenas avanzado: habla de “casta” y de caciques que compran el voto con redes clientelares, de una Iglesia al servicio de una clase privilegiada poco industriosa que no fomenta el empleo y de una enfermedad nacional cuyo principal síntoma es la separación entre el sistema político y financiero, de un lado, y las necesidades del país, de otro».

Página a página, con una prosa admirable, el lector español se irá asomando a una historia útil y podrá irse lamiendo sus heridas ante la evidencia de nuestras miserias y nuestra mediocridad en asuntos de colaboración y mirada al futuro sin anteponer los intereses personales, locales o autonómicos por delante de los nacionales. El autor, enamorado de España, no podía entender lo que estaba pasando cuando tropas italianas atacaban ferozmente Málaga ayudando a los «nacionales».

Ahora bien, los españoles son por lo general gentes suspicaces e intolerantes; habitualmente viven en compartimentos sociales estancos y gustan de arreglar sus asuntos a través de pequeñas camarillas o de grupos. Todo para su familia, sus amigos, sus subordinados, su clase, y nada para los extraños, es su regla.

Una idea nueva, incitación a la acción común, se presiente que podría liberar todo ese cúmulo de energías hasta aquí dirigidas únicamente contra sí mismas; y en vez de batallar sin objeto en torno a sus propios problemas, España podría muy bien enviar rayos de luz y de energía hacia el mundo.

La acción de la Iglesia ha sido, pues, predominantemente política y, como ha escogido a sus aliados entre las clases más ricas y más reaccionarias, se ha atraído en el curso de la lucha la hostilidad de todos los elementos honrados y progresivos del país, hostilidad que le ha causado un daño increíble. Los españoles cultos se han visto forzados a considerar a la Iglesia no sólo como al enemigo del gobierno parlamentario, sino de toda la moderna cultura europea; las clases trabajadoras han encontrado en ella una barrera a sus esperanzas en pro de un nivel de vida mejor.

Pero, la inercia y el estancamiento han sido las características de la economía española durante muchos centenares de años, desde que los cruzados de Fernando III destruyeron las bases de la prosperidad en Andalucía y que las minas de Cuzco daban la lección de que la riqueza de un país consistía, no en la industria, sino en la plata y en el oro. Castilla, que había realizado la unidad española, sentía un horror bizantino hacia el tiempo, hacia el cambio y hacia todos aquellos impulsos que hacen florecer a las naciones modernas. El resultado ha sido una estratificación rígida de la vida social que no corresponde ni al orgulloso e independiente carácter de los españoles, ni a las condiciones de vida de la Europa moderna.

La máquina electoral disponía de su estado mayor en el Ministerio de la Gobernación. Desde allí se cursaban órdenes a los gobernadores civiles de las diferentes provincias, señalándoles los nombres de los candidatos del gobierno, y a veces incluso las cifras aproximadas de la mayoría por la cual debían aparecer triunfantes.



martes, 7 de enero de 2020

El insólito peregrinaje de Harold Fry, de Rachel Joyce


Rachel Joyce, británica nacida en Londres en 1962, fue actriz antes de dedicarse a la escritura, habiendo actuado en papeles principales para compañías de renombre internacional como RSC y Royal National Theatre. Esta que comentamos hoy es su primera novela y fue publicada en 2012 y constituyó un éxito de ventas. Está casada con el actor británico Paul Venables, tiene cuatro hijos y vive en la región británica de los Cotswolds. Al año siguiente, 2013, publicó otra novela, «Perfect (El año que duró dos segundos)». Tras ellas otras cuatro novelas han visto la luz hasta el momento actual.

Una mañana de las cotidianas en la vida del jubilado Harold Fry, llega a su casa una carta que le toca el corazón; procede de una compañera de trabajo, Queenie Hennessy, a la que no ve desde hace 20 años y que le anuncia que se está muriendo de cáncer en una residencia. Sin decir nada a su mujer, Maureen, prepara una carta de respuesta y sale a echarla al buzón. La parece poco esa escueta contestación y, con lo puesto, emprende un viaje andando a ver personalmente a su compañera a la que pide mantenga la vida hasta su llegada. Poniendo un pie tras otro, emprende un peregrinaje desde la localidad en la que vive en el sur de Inglaterra, Kingsbride, hasta Berwick-upon-Tweed, situada en el norte y a setecientos treinta kilómetros de distancia según Google Maps, aunque en el mapa incrustado en el libro menciona 1.009 kilómetros andados en 87 días, que transcurren con numerosos encuentros y vivencias para Harold, que recuerda y reflexiona sobre numerosos hechos de su vida personal y familiar.
Ochenta y siete días después de haber salido de casa para echar una carta, Harold Fry llegó a las puertas de la residencia St. Bernadine. Había recorrido mil kilómetros, incluidos errores y desvíos.
Estamos ante una novela extraña, quizá inverosímil o esperpéntica en sus planteamientos, que refleja numerosas situaciones de encuentros personales que invitan a la reflexión profunda sobre muy diversas cuestiones de la vida humana. El protagonista es padre, marido, vecino, trabajador, compañero… humano al fin. Y cuando toma la decisión de dar un giro a su vida, el revulsivo en todas las reflexiones sobre su vida personal y su relación con los demás es un ejercicio muy interesante que invita al lector a acompañar al protagonista y todas las personas con las que se encuentran. Al final, el hilo argumental del viaje es una cuestión secundaria y que puede despistar al lector del trasfondo del relato. Lectura fácil, monótona a veces en los momentos centrales, que emociona a ratos, que descubre historias que todas las personas atesoran en lo más profundo y que raramente afloran. Quizá algo de humor o buenismo inglés de difícil comprensión por no anglosajones. En la parte positiva apuntar la construcción progresiva de los personajes a base de recuerdos e interacciones y lo que los lectores puedan encontrar como auto ayuda para reflexionar sobre sus propios asuntos y en la parte menos positiva no he encontrado originalidad ni estilo literario que la haga tener tanto valor como parece que se le ha dado.



miércoles, 1 de enero de 2020

Los asquerosos, de Santiago Lorenzo

Libro correspondiente a la 30 edición del Club de Lectura de ALQS2D durante el cuarto trimestre de 2019.

Santiago Lorenzo nació en Portugalete, Vizcaya, en 1964. Estudió imagen y guion en la Universidad Complutense y dirección escénica en la RESAD. En la actualidad es persona que hace de todo un poco, principalmente en el mundo del cine y de la imagen, pero también escribe libros como el que comentamos hoy, «Los asquerosos» publicado en 2018. Anteriormente «Los millones (2010)», «Los huerfanitos (2012)», «Las ganas (2014)» y «9 chismes, (2017)».

Manuel es un chaval madrileño inteligente e inquieto, un poco especial en sus planteamientos vitales, que un día en que se celebra una manifestación se encuentra en el portal de la casa donde vive alquilado con un policía antidisturbios que quería ensañarse con él. En un acto reflejo, le acuchilla en el cuello con un destornillador que llevaba siempre como amuleto. Asustado ante el más que posible asesinato de un agente de la autoridad y con una comunicación telefónica intermitente con un tío político suyo, huye y se refugia en el pueblo castellano abandonado de Zarzahuriel. Acomodado a la vida solitaria y rural, lejos de todo, sobrevive con sus paseos, vegetales campestres comestibles o no, sus inventos y la lectura de un lote de libros de la serie Austral que ha encontrado en la casa ocupada. Semanalmente recibe un pedido del Lidl que le envía su tío con lo imprescindible. A medida que avanzan los días, cada vez necesita menos hasta que un día la casa anexa es adquirida por gente de la ciudad, que la arregla y la empieza a frecuentar los fines de semana, cortando la apacible vida de Manuel que se ve obligado a desaparecer. Pero al final decide pasar a la acción y quitarse de encima a los detestables vecinos y toda su parafernalia de costumbres de ciudad llevadas al campo.

Estamos ante un potentísimo libro en el que el autor revisa el concepto de vida moderna de forma hermosa. En estos días en que está de moda hablar de la «España vacía» este libro cobra rabiosa actualidad con unos planteamientos desenfadados, un lenguaje novedoso e inventado que provoca la complicidad del lector a tomar partido por la vida campestre de Manuel y ver en el espejo la vida de ciudad basada en trastos, voces y ruidos: esa que cada fin de semana ejemplarizan los «mochufas», palabra inventada como otras muchas a lo largo del texto que enriquecen un idioma que nos dedicamos a mermar más que engrandecer. La lucha ejemplar de Manuel para vivir con lo mínimo es una quimera hoy en día, pero no está de más imaginar cómo se encontraría el lector en esa situación, sin el sometimiento a una dictadura de trabajo, comunicaciones, supermercados y demás zarandajas de la vida moderna que se nos han hecho imprescindibles además de convertirnos en profundamente «tontuelos». Un libro muy recomendable para recuperar sensaciones que algunos ya entrados en años tuvimos de niños, especialmente en los pueblos, cuando el agua no llegaba a las casas y el brasero y la lumbre eran toda la posible calefacción. En el fondo, todos somos en mayor o menor medida unos «mochufas» en alguno de los aspectos que descubriremos cuando nos acerquemos a este canto a la libertad, esta crítica al despilfarro, este grito contra el ruido y el postureo. Libro original, divertido… diferente, un soplo de vida sana y feliz, ausente de ruidos y de obligaciones. Si bien no de forma permanente, un poco de «España vacía» nos vendría muy bien de vez en cuando para bajar nuestros humos de personas de ciudad. Para aquellos lectores que gusten de requiebros del lenguaje, este será un libro sumamente atrayente por su rico vocabulario complementado con palabras inventadas tanto de cariz culto como barriobajero.