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miércoles, 31 de octubre de 2012

22/11/63 - Stephen King

Podrá gustar más o menos, o incluso nada. Me ha sucedido cuando comentaba que estaba leyendo la última novela de este hombre, que mi interlocutor/a torcía el gesto o me decía: ¡Es que Stephen King...!. De acuerdo pero, en mi opinión, este autor conoce como nadie todos los trucos para mantenerte atado a una historia hasta que devoras, en este caso, sus ochocientas y pico páginas, el doble en digital. 

En esta novela Stephen King deja un poco de lado el género del terror al que nos tenía acostumbrados y nos introduce en un viaje en el tiempo, al pasado, a una América donde Elvis Presley y la guerra fría dominan el ambiente y el racismo sigue latente. Jack Epping es un profesor de instituto que da clases nocturnas de inglés para mayores. Uno de los ellos, Harry, le entrega una redacción en la que cuenta como cambió su vida cuando siendo un niño su padre asesinó a su madre y sus hermanos a golpes de una maza y a él le dejó lisiado de por vida. Este relato impacta al profesor, al tiempo que recibe una extraña llamada del dueño de un bar al que suele ir, Al Templeton, que está gravemente enfermo y le pide su ayuda para una misión que él no podría completar: impedir el asesinato de John F. Kennedy el 22/11/63. En la despensa del bar existe un agujero intertemporal que le lleva a un momento y lugar concreto en Maine en 1958 y, a pesar de su incredulidad, Jack se deja convencer para hacer ese viaje comprobando que realmente existe esa burbuja en el tiempo. Accede a ayudarle pensando en evitar la tragedia de Harry, lo que a su vez le serviría como experiencia para intentar impedir la muerte de Kennedy, pero el pasado se resiste a ser cambiado y aun en el caso de hacerlo las consecuencias en el futuro serán imprevisibles.


A pesar de que sospeches lo que va a pasar y muchas veces sucede como pensabas, no deja de sorprenderte. En ciertos pasajes del libro me recordaba a Hitchcock cuando decía (más o menos) que el suspense no consiste en que suceda algo inesperado sino que sepas que va a suceder, pero no cuando. La descripción de los personajes especialmente de Lee Oswald es extraordinaria así como lo detalladamente que construye cada escena para que nada desentone y como nos inspira los olores y sabores olvidados por el paso del tiempo. Por el contrario, también ha habido capítulos en que se me ha algo hecho pesada y la descripción de esa época dorada de los 50 y 60 llega a ser a veces repetitiva y monótona, pero a partir de la mitad de libro empieza a coger un ritmo trepidante hasta un final que me ha gustado, a pesar de no ser el que yo esperaba, o precisamente por eso.

Dice el autor en las notas al final del libro que pensó en escribirlo en 1972 pero no había podido terminarlo hasta ahora por falta de tiempo para documentarse. Entre medias escribió "La Torre Oscura" estupenda serie que comparte algunos argumentos con esta novela aunque en un ambiente completamente distinto. Yo creía que "La Torre" había sido la inspiración para "22/11/63" y posiblemente haya sido al revés. En cuanto a su calidad, hay opiniones para todos los gustos. Hay quien piensa que es lo mejor de King y otros que es "La Cúpula" (no la he leído). Reconozco que he "disfrutado" mucho con Stephen King en el pasado y recuerdo con "IT" o "Cementerio de animales" haber sentido auténticos escalofríos, lo que es muy difícil de lograr sólamente leyendo. Tengo muy reciente "La Torre Oscura" que me encantó y ese es su problema, que "22/11/63" es muy buena pero no llega a su nivel por lo que no puedo darle más de un 3. 

viernes, 26 de octubre de 2012

1212 Las Navas, Francisco Rivas

@1212LasNavas. ¿Quién no recuerda el famoso 1212? Es una de las pocas fechas que al menos a mí se me han quedado grabadas desde los estudios de historia del bachillerato junto con el 711, 1492, o 1789. Se han cumplido ochocientos años y Francisco Rivas, andaluz y muy joven 23 años, nos acerca al momento de la batalla que sin duda fue el punto de inflexión en la reconquista española que no finalizó hasta 1492 con la toma de Granada por los Reyes Católicos. Una batalla épica y de proporciones colosales para la época, algunos de cuyos pormenores clarifica el autor en los apéndices finales de la novela, con los consabidos y muy necesarios comentarios de que es histórico y que no lo es, así como una breve reseña de los personajes reales de la época, que siempre viene bien para refrescar nuestros conocimientos de la historia.

El relato está dividido en tres grandes partes o capítulos. El primero de ellos se dedica a perfilarnos la personalidad de una serie de personajes de ficción de ambos bandos y que piensan en los preparativos para la batalla. Una vez tomada la decisión por el rey Alfonso VIII de Castilla, el segundo capítulo nos habla de la concentración de las fuerzas cristianas en Toledo y su desplazamiento hasta el campo de batalla. La batalla en sí ocupa el tercer capítulo analizando el lugar y la forma que debió tener el tremendo encontronazo entre dos bandos en el que las de los seguidores de Alá superaban en tres a uno a sus oponentes.

El autor centra su relato en los reyes que tomaron parte en la campaña, Alfonso VIII de Castilla, Sancho II El fuerte de Navarra y Pedro II de Aragón acompañados de otros personajes históricos, pero el grueso de la novela nos describe como supuestamente pensaban esos héroes anónimos que participan en base a unos ideales no siempre muy claros. Frases en torno al honor, la heroicidad, la valentía, la preparación guerrera, el paraíso y todo lo que rodea a una batalla y el espíritu que animaba a los cruzados, entre los que estaban integradas las órdenes militares con sus monjes guerreros. El relato es agradable y fluido mostrando un escenario plausible de cómo estaban las cosas entre las sociedades cristiana y musulmana transcurridos quinientos años desde la invasión. Para todos era su tierra pero no podían disfrutarla a la vez. Una versión novelada de uno de los grandes episodios de la historia española en general y de la Reconquista en particular.

domingo, 21 de octubre de 2012

El invierno del mundo - Ken Follett


Segunda entrega de la Trilogía Siglo XX, tras La caída de los gigantes donde se narraban aventuras relacionadas con I Guerra Mundial, ahora nos centramos en el período 1933-1949 con la II Guerra Mundial como protagonista del período. Como ya señalaba Angel Luis en el post del primer libro de la trilogía, mejor que pasemos las primeras páginas donde se describen todos los personajes intervinientes en la novela, pero con la lectura te embebes de todos ellos, que son muchísimos, y bastantes de ellos, generaciones posteriores de los protagonistas de la primera entrega de la Trilogía.

Y como ocurría en el anterior libro, los protagonistas son los personajes, y no la propia guerra ni los causantes, porque eso ya lo conocemos los lectores, sabemos lo que ocurrió antes del estallido del conflicto, sabemos quienes fueron los causantes, sabemos quienes fueron los buenos y sobre todo sabemos quienes fueron los malos, los malos del principio y los malos del final.
Por eso Follett nos dibuja los personajes y nos cuenta sus vidas con acciones del momento, y la variedad de personajes, como en casi todas sus novelas, son representantes de todos los estamentos de la sociedad, desde la nobleza hasta los parias, pasando por políticos, espías, sacerdotes, médicos, enfermeras, camareras, ricos, pobres, honrados, mafiosos...., difícil no encontrar un perfil en esta novela y evidentemente las relaciones de los personajes, ya sean de pareja, familiares, de amistad, políticas, pero las infidelidades están tan presentes en todas las capas sociales, que casi me parecen excesivas, por la misma razón que me parecen demasiado explícitas algunas escenas de la barbarie de los nazis y del ejército rojo, que sabemos que ocurrieron, pero bastante tuvimos con que ocurrieran...

Como pienso que no estaría escribiendo una reseña adecuada sin destacar a alguno de los muchos protagonistas de la misma, voy a ir de este a oeste para señalar a algunos de los que más me han gustado, y entre los rusos, descartando a Stalin, que es ese personaje que tanto hemos odiado muchos demócratas, está Volodia Peshkov, un personaje clave como espía en todo el desarrollo de los acontecimientos, tanto al principio como al final de la guerra, pero tan importante como él en este 'oriente' de personajes es Zoya, una mujer científica con una personalidad exultante y cuyas actuaciones marcan una personalidad envidiable. Siguiendo con los personajes fundamentales y girando hacia el oeste, en Alemania nos encontramos a la familia Von Ulrich, Franck y Maud son sus cabezas, y Maud está relacionada con los ingleses ya que a su hermano lo comentaremos entre ellos. Los hijos de la familia Von Ulrich, Erik y Carla también serán protagonistas, especialmente Carla, uno de los personajes estrella de la novela, a la que se termina queriendo de una forma muy especial, y la otra familia de Alemania 'protagonista' es la familia Frank, con sus hijos también como protagonistas, Frieda y Werner. Siguiendo con protagonistas pasamos a Inglaterra, donde destaca sobremanera Lloyd Williams, hijo natural de Ethel, otro personaje muy destacado de la novela, casada posteriormente con Bernie. Otros personajes importantes de esta región son el conde Fitzherbert, hermano de Maud (protagonista de la zona alemana) y el hijo del conde, Boy, casado con una de las primeras protagonistas de la novela, Daisy, de origen estadounidense, que emigra a Inglaterra en busca de una categoría social que no consigue en EEUU y espera alcanzar allí. Y ya siguiendo son los protagonistas americanos, destacar a Woody Dewar, hijo de un senador, con aspiraciones políticas, y el padre de Daysi, Lev Peskov, relacionado con Volodia Peshkov, y el hijo ilegítimo de Lev Peshkov, Greg Peshkov, un científico que también tiene aspiraciones políticas.

Quizás el protagonista más importante sea Lloyd Williams, que interviene también en nuestra guerra civil, aunque de una forma histórica, por aquello de mostrar lo que significó en aquel tiempo nuestro país en lo que se estaba gestando.

Alrededor de todos estos protagonistas figuran decenas de personajes, con mayor o menor importancia, que nos llevan desde el nacimiento del nazismo hasta su incontestable derrota pero con todas las consecuencias que ello supuso para la humanidad, tantos millones de muertos, que aún ahora nos ponen la carne de gallina, y se nos caen las lágrimas cuando leemos los esfuerzos que tantos hicieron para luchar contra estos desmanes.

En resumen, otra novela de Follett con una base histórica fundamental en el desarrollo de la humanidad, y como ávido lector de toda la obra de este escritor, y 'relector' de varias de sus novelas, me atrevo a realizar una recomendación que yo seguiré en su momento: Releer La caída de los gigantes y El invierno del mundo justo un mes antes de la salida de la tercera novela de la trilogía. Estoy seguro que releer estas novelas y empalmarlas con la tercera, será un placer de dioses.

Y como quiero dejar la calificación de 5/5 para la grandes obras maestras, esta la califico con 4/5, pero muy cerquita del 5. Desde luego, muy recomendable.

jueves, 18 de octubre de 2012

Play, Javier Ruescas

PLAY es el quinto libro publicado por @javier_ruescas, de tan solo 25 años de edad. Creador de la web de la Saga Crepúsculo, con web propia y fundador y editor de la revista electrónica El templo de las mil puertas, es un elemento muy activo en las redes sociales, donde cuenta con miles de seguidores a los que atiende casi de forma individual, y lo digo por propia experiencia. Esta novela, PLAY, ha visto la luz el pasado 4 de este mes de octubre y el autor se encuentra en estos momentos inmerso en una gira, cual cantante famoso, por toda la geografía española, presentando el libro, manteniendo charlas y coloquios con lectores y blogueros y atendiendo una tras otra entrevistas en medios, especialmente en radios nacionales y locales. Yo supone que no duerme y aun así le debería faltar tiempo para desplegar tanta actividad. Su punto de foco es la literatura juvenil, un público exigente y crítico que hasta el momento le tiene en palmitas, especialmente tras la publicación hace años de la trilogía “Cuentos de Bereth”, una historia mágica de dragones, príncipes y princesas, muy imaginativa y amena, incluso para personas no tan jóvenes.

PLAY está imbricada perfectamente en el mundo actual de los jóvenes y los no tanto. Sus dos protagonistas, masculinos y muy jóvenes, son los hermanos Leo y Aarón, los mayores de una familia con dos hermanas más pequeñas que vive con su madre española, divorciada de un americano que vive en EE.UU., en un pueblo del extrarradio de Madrid. Leo es un “viva la virgen”, que desde muy pronto le ha gustado “ir a su bola” e incluso se ha pasado dos años “por ahí” buscándose la vida y sin que la familia supiera nada de él. En su vuelta a casa tras su última estancia en Nueva York, se da cuenta de las capacidades de su hermano Aarón, en el terreno de la música y la composición. La novia de Aarón se ha hecho actriz famosa y le ha abandonado, lo que lleva a este a caer en “las redes” de su hermano, un “avispado” y “viva la virgen”, que le roba literalmente una serie de canciones compuestas de su ordenador y las cuelga en youtube como si fueran suyas. Las visitas crecen y Leo adquiere una fama inmerecida, llegando a convencer a Aarón para dar un concierto en público haciendo playback. Aarón, tímido y retraído, se deja llevar por su hermano, con más mundo y más “echado para adelante”.

El asunto llega a ser observado por una empresa de producción norteamericana que ficha a ambos a bombo y platillo, y a base de dólares, y se los lleva a Nueva York con la oferta de un futuro de ensueño. Viven en la sede de la empresa y son tutelados en todo lo tutelable por expertos que forjan en ellos todo lo necesario para triunfar. Pero Leo sigue siendo Leo y hace de las suyas, lo que compromete el futuro del “sueño americano” de estos dos jóvenes. Y no se puede contar más sin desvelar demasiados datos que condicionarían al lector.

En principio se trata de una lectura para público juvenil, pero mentiría si, acercándome al horizonte de los sesenta, no confesara que he disfrutado mucho de esta lectura ágil, amena y muy bien escrita, con una secuencia de hechos vertiginosa sin llegar a despeinar y que mantiene la atención de lector con sucedidos sencillos en un ambiente perfectamente plausible hoy en día. Los elementos de la red como youtube, Facebook, Twitter, el correo electrónico … no tienen secretos para el autor, que los maneja con profusión para crear un ambiente que nada dista de la realidad hoy en día de muchos de nosotros, incluso aunque no seamos jóvenes. Los personajes de la novela, además de los protagonistas, están muy bien dibujados y perfilados, llegando a dar una idea justa de la personalidad de cada uno en su contribución a la marcha y desenlace de la novela, que queda abierta para una segunda parte que ya está tomando forma en el disco duro del ordenador de Javier. Los entresijos de las grandes compañías y su efecto en la juventud son tratados con delicadeza pero con valentía, abriéndonos los ojos a posibilidades que en la mayoría de los casos se convierten en realidades pero que también truncan muchos sueños. Es además este relato una exaltación de los valores, del trabajo y del esfuerzo en aras a conseguir una meta, pero que algunas veces se pueden ver mediatizados por “buscavidas” que van a lo suyo y no dudan en aprovecharse del trabajo de los demás, en una sucesión de “corta y pega con cambio de autor” que no siempre es descubierta. Ya disfruté con la lectura de sus cuatro libros anteriores y lo he vuelto a hacer con este más aún si cabe. Y vale perfectamente también para mayores. Mi madre octogenaria lo tiene a la cola.

Y para que el libro en papel tenga algo más, comprado en unos grandes almacenes madrileños viene de regalo con un disco, compuesto de forma espontánea por amigos y lectores de Javier, en el que incluso él mismo ha prestado su voz. Es el "Fenómeno PLAY, tras el que lleva mucha gente desde antes del verano. ¿Hay algo que este chico no haga? ¿o haga mal?.

domingo, 14 de octubre de 2012

Nada, Carmen Laforet

Una novela imprescindible
para entender nuestra literatura
contemporánea.
Puntuación 4/5

Andrea, personaje principal de la novela, joven de 18 años, huérfana de padres, se desplaza desde el pueblo donde vivía hasta Barcelona, con la intención cursar estudios de Filosofía y Letras en la universidad.
La ciudad, recién finalizada la Guerra Civil española, exhibe las cicatrices de la contienda, en la fisonomía de las calles, en el mobiliario urbano y en los precarios medios de transporte, pero sobre todo, en la latente tristeza y desazón de la mayoría de sus habitantes.
La intención de la joven, aún menor de edad, la mayoría de edad, para una mujer era de 24 años, es hospedarse en la casa de su abuela.
Cuando llega al edificio, sito en la Calle Aribau 36, al abrirle la puerta, comprueba la ausencia del antaño esplendor de la casa familiar. Descubre la decadencia física y existencial de los moradores, muy diferentes de  como los recordaba.
Su abuela, envejecida, “momificada”, torpe, irreconocible.
Sus tíos Juan y Román, desdibujados por el recuerdo.
La mujer de su tío Juan, Gloria, patéticamente maquillada, angustiada por la manutención de su hijo recientemente nacido y por conservar la lozanía que la edad y las circunstancias han diluido.
La tía Angustias, dominante, severa, obsesionada por el recato y el cumplimiento de la moral religiosa de la cruzada franquista y por imponer su autoridad en la casa. El broche al elenco de los personajes, lo pone Antonia una criada hosca y desagradable, conocedora de secretos familiares delicados y comprometedores. Desde el primer instante dentro de la vivienda percibe la tensión claustrofóbica entre los hermanos y el resto de familiares, la tirantez verbal de sus conversaciones.










balcón de la Calle Aribau 36, donde vivió Carmen
Laforet y se ambientó la obra.
El sarcasmo, los reproches, los insultos, las amenazas, las acusaciones se prodigan entre los miembros de la familia. Los dos hermanos, Juan y Román, comparten la afición  por la pintura. El primero carece de talento y es incapaz de sobrevivir profesionalmente de su oficio artístico, mientras que el segundo, además de pintor aficionado y esporádico, es músico, vividor y estraperlista, pero su valía se desaprovecha y extingue en una existencia diletante, desordenada, ociosa e inicua. Román tiene, además de cierta independencia económica de sospechosa procedencia, el privilegio de disfrutar de una habitación abuhardillada propia que le dispensa intimidad y el aislamiento selectivo de la familia, donde esconde víveres y placeres que  no comparte con el resto de familiares.
Gloria, la esposa de Juan, es sometida a violentas agresiones por su marido, tanto en la intimidad de la habitación de matrimonio, como en presencia del resto de los familiares. Entre Juan y Román, la constante es la provocación y el desprecio mutuo, obligados a compartir  el mismo techo y soportando el recíproco martirio de la convivencia.
Angustias, la hermana, pese a su presunta castidad, mantiene una equívoca relación con su jefe y  antiguo novio, hombre casado, situación propicia para el escarnio de sus hermanos, principalmente de Juan, lo que desencadena una serie de enfrentamientos que fuerzan la salida de ésta para ingresar en una institución religiosa, circunstancia que disminuye los exiguos ingresos familiares.
La joven protagonista padece esa atmósfera irrespirable, la constante fricción entre los moradores del piso, las agresiones y conatos de violencia, extinguidos por la sabia y oportuna aparición de la abuela. La anciana deambula por el edificio, silente, acechante, dispuesta, en el momento idóneo, a cauterizar el odio entre sus hijos. Un cortafuegos humano ubicuo y emergente, que aplaza una y otra vez la catástrofe.
Andrea huye del hostil apartamento familiar en el ambiente universitario, a través de la amistad con Ena, compañera de estudios, miembro de una acomodada familia burguesa. Ambas jóvenes comparten amistad y compañía, siendo invitada numerosas veces a casa de su amiga. Entra en contacto así con los miembros de esta acaudalada familia. Pero Ena no demuestra el mismo entusiasmo con la relación, enturbiada por el contacto entre Ena y su tío Román, que las distancia.
Por mediación de ella,  entabla también amistad con un grupo de jóvenes insustanciales, representantes de la  bohemia ociosa surgida en la ciudad  al finalizar la guerra civil. Coinciden en un estudio pictórico, donde conversan y comparten su dispar existencia. Casi todos ellos disfrutan de la bonanza económica y del oportunismo de la victoria franquista, y explotan los florecientes y nutridos bolsillos familiares, mientras acomenten sus fútiles, inquietudes docentes y culturales. En este círculo se le ofrece a Andrea una ventajosa relación sentimental muy  propicia para sus intereses de escala social y estabilidad económica.
Andrea, distinto a ellos en origen y recurso, padece frío, hambre soledad y miedo en la casa de su abuela, donde su familia día a día, aviva sus desavenencia y frustraciones. Un universo desesperanzador, de sórdido horizonte, de odios candentes, emergentes y contenidos, según las circunstancias, que se precipita en la nada.
El final de la novela,  obviamente, no puede desvelarse y deberíais de buscarlo en la propia novela.
Esta obra, supuso una ruptura en la novelística de posguerra, donde una joven, sin mayoría legal, desconocida en los círculos literarios oficialista, recibió el premio  Nadal, y donde por primera vez, se describen las secuelas psicológicas y sociales de la guerra civil española, en una Barcelona adormecida y tenebrosa donde sus habitantes acechaban la realidad detrás de los visillos de sus casas, expectantes y atentos a la evolución política, ateridos de frío y acuciados por el hambre y el miedo.
Una novela que significó para Carmen Laforet su reconocimiento y su cadalso como escritora. Una obra cuyo estigma la acompañó durante toda su carrera y que condicionó su posterior producción literaria. Ninguna de sus obras posteriores alcanzó el rotundo éxito de "Nada", y su consideración artística se eclipsó con lentitud pero irremisiblemente.
Pero este relato, sigue candente, como un hiriente recordatorio del miedo de la posguerra, como testimonio artístico irrepetible. Y se lee, se publica y se le estudia en institutos y universidades de todo el mundo, como novela clave del siglo XX en nuestro país.
Fruto de estas investigaciones surgió, entre otras, el libro "Carmen Laforet, una mujer en fuga" de Anna Caballe e Isabel Rolón. En este estudio se demuestra el profundo autobiografismo de la novela, donde lugares, personajes y circunstancias, son exactas a las vividas por la autora. La casa, la calle, los miembros de la familia, la amiga, el novio de la amiga, el grupo de bohemios, se extractan de la realidad y, de hecho, el personaje de Andrea es el "alter ego" de Carmen Laforet que viajó a Barcelona a cursar los mismos estudios en compañía del que fuera su novio a los 18 años.
Esta obra sobre la vida y obra de Laforet, demuestra, con evidencias incontrovertibles, que la escritora novela su propia vida, parte de su experiencia barcelonesa, circunstancia que fue recriminada por su propios familiares al verse reproducidos y plagiados en el relato, gestando un resentimiento hacia ella que perduró de por vida.
También, del citado estudio, puede comprobarse el lento proceso de elaboración de la novela, en contraste con las declaraciones de Carmen Laforet, quien siempre confesó, posiblemente condicionada por su editor y marido, un tiempo máximo de gestación de la novela de seis meses. Documentalmente, puede demostrarse la ardua y profusa redacción, sometido a un concienzudo proceso depurativo, hasta la versión final de la novela.
Una obra, que en mi opinión, ha envejecido mal, que produce una desazón tras su lectura, en una atmósfera de sentimientos tóxicos y deshumanizados, hueros y destructivos que metaforiza la sociedad española de posguerra, con sus carencias y miedos latentes, pero de digestión pesada para un lector contemporáneo.
Una novela imprescindible para entender nuestra historia y novelística, cuyas sombras se siguen proyectando sobre los lectores actuales y que debe de leerse pese a la "nada" existencial de su mensaje.
Si queréis disfrutar de un recorrido informal en blanco y negro por las calles que aparecen en la novela pulsar el texto anterior.
Para una Adaptación videográfica libre y experimental de la obra . pulsad la línea azulada.
Y si lo que deseáis es un moderno estudio de estudiantes sobre texto e imagen analizando la novela pulsad esta línea.-
 
 

 


sábado, 13 de octubre de 2012

La nieta del señor Linh, Philippe Claudel

Un desgarrador grito de amistad, entre dos
personas, deseosas de relacionarse, venciendo barreras
idiomáticas, políticas, étnicas, cronológicas, culturales...
Un libro de aprendizaje hacía la empatía y la humanidad
Puntuación 4/5
Un anciano embarca en un buque de refugiados huyendo de la guerra y de la muerte de su país, asiático a deducir por los nombres de los personajes. Su escueto equipaje son: una bolsa con arena de la modesta y agraria aldea que abandonan, una fotografía antigua de su mujer y una niña, su única nieta, Sang Diu, recién nacida y huérfana de padre y de madre.-
Abuelo y nieta únicos supervivientes familiares de la guerra.
Tras una larga travesía marítima atrancan en un país de acogida, cuyo nombre esconde el autor, aunque puede ser Francia. Junto a ellos viajan otras familias refugiadas y huidas de las consecuencias de la guerra.
Son acogidas en una habitación, en donde es objeto de atención, en cumplimiento de las normas étnicas en su condición de anciano, pero a la vez ridiculizado e incomprendido por sus propios compatriotas exiliados. La convivencia se vicia por las bromas de los niños hacia la niña y los desprecios de los varones hacia el anciano. La protección de la nieta, su manutención se convierte en su objetivo vital prioritario. Decide salir del cuarto de acogida, ansioso por abandonar, aunque sólo sea unos instantes, el insano ámbito, donde familias comparten el exilio y la precaria situación de una tierra donde protegerse hospitalaria pero, en definitiva, extraña.
Anciano y nieta deambulan por una ciudad que desconocen, plagada de individuos transitando acelerados y ausentes entre si, expresando conductas para el anciano asiático extrañas. No se conocen, ni se saludan en un recorrido donde todos son desconocidos entre si.
Aturdido por la experiencia, tan distinto del ámbito de su pequeña aldea, donde todos son rostros familiares y en donde se saludan continuamente, entra en un parque público y descansa en un banco, para alimentar a la niña, envuelta en capas de ropa para paliar el frío. Sorpresivamente, un individuo, se sienta a su lado en el mismo banco e intenta entablar conversación con él. El personaje, una persona de mediana edad, cuyo nombre es Bark, obeso, fumador y solitario, se esfuerza por comunicarse con el anciano, inquiriendo sobre la niña. El idioma es un obstáculo que suplen con mímica y empatia. Ambos parecen interesarse por el otro pero el anciano desconfía y parece torpe y reticente a entablar contacto. Bark, denota tristeza tras la pérdida de su mujer, única compañera ante al ausencia de hijos en el matrimonio. Le cuenta al señor Linh y a su nieta, la tristeza de su soledad tras esa pérdida, su recuerdos de matrimonio. Entre ambos, compartiendo el mismo banco de parque, en distintos días, trazan una amistad sin diálogos, repleta de gestos, mímica, regalos, predisposición y mutuo cariño, todo desde la carencia de un idioma común. Ambos personas se sienten amparados en presencia del otro desconocido. Sienten la calidez de la comprensión mutuo, de una recíproca empatia.
Por un inesperado traslado del anciano y de la niña, desde la habitación a un asilo de acogida, ambas personas pierden el contacto. Linh no conoce, el nombre de su extraño amigo, ni el idioma, ni la forma de volver a contactar con él. Pero si sufre su separación, que teme irreversible. Es el único individuo en el que confía, el único que ha demostrado humanidad hacia él. Percibe la dependencia afectiva de sus extrañas pero emotivas reuniones, sus paseos por la ciudad, los cafés compartidos entre mímica y cariño, el festín con el que fueron viejo y nieta agasajados, y sobre todo, un gesto, un vestido regalado a la niña. Algo más que un trozo de tela, el símbolo de la amistad, del cariño y de la esperanza.
Contar más va en perjuicio del alma del relato.
Os invito a que os acerquéis a él. Después de su lectura quizás os sintais más esperanzados y humanos.
Esta breve novela, tiene algo de los relatos esenciales. Un mensaje, encriptado pero perceptible. Para rellenar el vacío de la soledad, del aislamiento, el remedio más eficaz es la comunicación, la predisposición existencial de transmitir y compartir sentimientos a otro ser.
Ni el idioma, ni la edad, ni la raza, ni las circunstancias son impedimentos para la amistad entre la gente.
Un viejo asustado, desvalido, extranjero en precarias condiciones en un país de acogida, puede ser mejor compañía que toda una ciudad de  convecinos desconocidos ensimismados en sus solitarias vidas. La novela despliega escasos personajes, una única trama, la lucha por la supervivencia y el ansia de compañía, el anhelo inconsciente de amistad. Un relato se sumo interés, que tras el exiguo y sencillo argumento, urde un profundo y metafísico dilema humano.
Tras su lectura, surgen interrogantes sobre la insolidaridad, la frialdad y carencia de afectividad de las sociedades urbanas occidentales, sobre los refugiados políticos, sobre la valentía y dolor del abandono de los países de exilio. Pero, sobre todo, es un canto a la amistad, sobre dos personas que vencen obstáculos idiomáticos, de edad, culturales, conyunturales, con el único fin de relacionarse, de sentirse juntos, auspiciados, comprendidos, acompañados.
Este autor, que se prodiga poco, cuando lo hace, asaeta conciencias y tambalea convencionalismos, literarios, derribando, con un breve texto, las pueriles tendencias del mercado y sonrojando a editores y lectores.
Me quito metaforicamente el sombrero ante este escritor....



viernes, 12 de octubre de 2012

El día antes de la felicidad, Erri de Luca

Una novela sobre la dura infancia
de un huérfano que debe sobrevivir
a una guerra y a un amor.
Puntuación 4/5
 
 Me produjo tan grata impresión la anterior obra leída de Erri De Luca, "Los peces no cierran los ojos", que decidí documentarme sobre el autor y los libros por él publicados. Escogí este libro "El día antes de la Felicidad", entre su variada bibliografía, para contrastar con otros relatos, además del antes mencionado, para hacerme una idea más formada de su verdadera dimensión literaria.


El argumento de la obra, otra vez, como en novela citada, toma raíces en la infancia del personaje principal. Un niño huérfano, acogido por una madre adoptiva, recuerda sus primeros años de preadolescencia en la ciudad de Nápoles, en los años de la inminente huida de Italia de las tropas alemanas en la 2ª Guerra Mundial. Descubre a Don Gaetano, el portero del edificio donde vive, un hombre sabio y práctico, también huérfano. Un caudal inagotable de información que salpica sus reuniones jugando a los naipes, con todo tipo de máximas, consejos y aforismos. Este portero de la vivienda se investirá en consejero, amigo, profesor en la difícil asignatura de enseñar a un muchacho en el florecer de la vida en una situación histórica grave y sanguinaria.
Se revelarán detalles de la ocupación armada de las tropas alemanas y la opresión fascista sobre la población. Entre los secretos guardados, un judío perseguido, ocultó en un edificio contiguo y mantenido desinteresadamente por Don Gaetano. Este hebreo resulta ser un profundo conocedor de los textos sagrados y de las debilidades humanas, desgranando sus enseñanzas entresacadas de las breves conversaciones con el perseguido. Un librero de segunda mano prestará al muchacho libros, que devuelve al día siguiente de su lectura, actividad ésta en la que irá cimentando el placer por leer compulsivamente.
 Pero como una pulsión latente en todo el relato subyace una historia de amor, un rostro de niña entreverado tras los cristales de un balcón. Unos ojos cautivadores, cómplices, observados desde la distancia, impresos para siempre en la memoria del protagonista, al que le acompaña durante toda la adolescencia el recuerdo de esa mirada y de la niña tras los cristales.
La tentativa de ese amor, diluido como la infancia, pero no olvidado, se arrastra en todo el relato. Desentierran los recuerdos de la ciudad, de los ciudadanos más cercanos, el alzamiento espontáneo contra las tropas alemanas y los fascistas, todo a través de charlas entre el portero y adolescente. También afloran los orígenes de ambos personajes y las razones de su orfandad.
Pero el pasado emerge y el presente insiste por consumar este amor alebestrado en su memoria, latente, aplazado. Anna, la niña, ya convertida en mujer, aparece repentinamente en la portería del edificio. Los niños, ahora adultos, se inician en una relación suspendida durante años, sólo sugerida en la infancia entre miradas tendidas desde el patio hacia el balcón. Se convierten en amantes, dirigidos, controlados por los deseos y el ritmo marcado por ella. Erri De Luca se luce en descripciones intensas de amor entre los jóvenes, en el descubrimiento de sus cuerpos, de la liturgía de sus encuentros, todo con un tono poético y emotivo, repleto de lirismo e imaginación. Sin embargo, esa niña, ahora esquiva mujer, no es un amor inocuo, encierra en su interior misterios y peligros que el protagonista deberá resolver y arrostrar, como inevitable embate del destino, un nuevo obstáculo que sortear en su complicada vida.
 Explicar sería destrozar la novela.
 La obra escueta, con apenas media docena de personajes, es intensa y repleta de momentos de estilo maravillosos y con una trama disimulada, disfrazada entre los aparentes insignificantes descubrimientos del personaje. En ella se nos narra la maduración de un niño en una ciudad indómita y peligrosa como Nápoles, con sus propias reglas y tácitos estatutos callejeros, de la mano de un hombre que hace de padre, de maestro, de protector, y en el que la hirsuta idiosincrasia napolitana con su geografía y arrumbamiento de edificios configura el carácter de los habitantes y los acontecimientos que acontecen entre sus calles.
No os la perdais.
No puedo evitar ofreceros una pequeña cata de sus frases.
 
Esta es una muesta de como describe un encuentro sexual entre los amantes:
Soltó los brazos de mis hombros, me guió las manos hasta los senos. Abrió las piernas, se subió el vestido y, manteniéndome las caderas elevadas, empujó mi sexo contra la apertura del suyo. Yo era una cosa suya que ella movía. Los sexos listos, detenidos en la espera, se rozaban apenas, bailarines tensos sobre las puntas. Permanecimos así. Anna miraba hacia abajo, hacia ellos. Apretó contra mis caderas, una orden que me empujaba dentro. Entre. No solo el sexo, yo entré dentro de ella, en sus visceras, en su oscuridad con los ojos de par en par sin ver nada. Todo el cuerpo había bajado al sexo. Entré con una acometida suya y permanecí quieto. Mientras me acostumbraba a la quietud, al latido de la sangre entre las orejas y la nariz, me empujó un poco hacia fuera y después otra vez hacia dentro. Lo hizo una y otra vez, me sujetaba con fuerza y me desplazaba a ritmo de resaca. Agitó los senos bajo mis manos, aumentó el empuje. Entraba hasta la ingle y salía casi todo, mi cuerpo era su engranaje. No respiraba, sus ojos abiertos veían lejos.
Así nos describe el dédalo de edificios napolitanos y el efecto del sol deambulando como un personaje entre sus calles:
E1 sol golpeaba contra los cristales de los últimos pisos y se deslizaba rebotando hasta el suelo. Los cristales de Nápoles se pasaban el sol entre ellos. Quien tenía más por su po zsición, se lo pasaba hacia abajo a quien tenía menos. Estaban compenetrados. Los maestros cristaleros los montaban a propósito ligeramente torcidos, para multiplicar las superficies reflectantes. Abajo, a la portería, llegaba una carambola de luz que daba diez rebotes antes de acabar en el agujero donde yo estaba. Don Gaetano dice que es una buena señal. El sol siente aprecio por quienes viven en lo bajo, a donde no llega.
 
Un libro y autor que recomiendo sin cortapisas.






 

 

miércoles, 10 de octubre de 2012

El monje, Matthew G. Lewis

Se pueden considerar como cimientos de la literatura gótica las novelas publicadas hacia mediados del siglo XVIII por autores como Horace Walpole, "El Castillo de Otranto" y Ann Radcliff, "Los misterios de Udolfo", pero la primera obra maestra del género ve la luz con Matthew G. Lewis en la novela objeto de esta reseña, "El monje". A mi juicio, es interesante tomar conciencia de que esta novela se escribió en tan solo diez semanas hace más de doscientos años, por este autor británico, nacido en 1775 y que contaba poco más de veinte años de edad en la fecha de publicación, acaecida en 1796. A raíz del impacto de esta obra, el autor fue conocido con el sobrenombre “the monk”.Algunas peculiaridades que emplazan la atención del lector son el estar ambientada en Madrid, de forma difusa pero explícita, y ser una crítica velada a la Inquisición. Causó mucho impacto en la época a la vez que fue muy criticada entre la ciudadanía británica por su alto grado de obscenidad, llegándose a publicar una segunda edición, dulcificada, cuando el autor era ya todo un político miembro del Parlamento Británico. En el momento de escribir estas líneas desconozco cuál de las dos versiones he leído, pues estos extremos eran desconocidos para mí en el momento de iniciar la lectura. Tomo nota para veces sucesivas de recabar información de forma previa.

En contra de lo acostumbrado, dejo para el párrafo final de esta reseña la síntesis de la novela. Si el lector tiene intención de acometer su lectura, debería no leerla para desconocer ciertos entresijos que es imposible no desvelar aquí si se quiere hacer un resumen con un mínimo de contenido.

Algo más de 504 páginas en una de sus ediciones impresas, se lee de un tirón. Si en ciertos momentos uno contiene la risa y deja volar la imaginación ante determinados episodios de lo más fantasioso, se puede pasar un buen rato con esta novela épica, tétrica, escabrosa y transgresora, escrita hace más de doscientos años pero de gran parecido a alguna de las actuales que copan puestos de renombre en los rankings. Nada es previsible, los cambios de ritmo en la novela son frecuentes y las capas de pinceladas psicológicas progresivas sobre la figura de Ambrosio me parecen magistrales, dejando al lector boquiabierto porque intuye que al final tendrá lugar la catástrofe pero no alcanza a prever los estados anímicos por los que la acción va teniendo lugar de forma vertiginosa. Pactos satánicos, incesto, adulterio, abuso, la Inquisición, celibato, votos, monjes y monjas, abades y prioras, muertos que no mueren, secuestros y asesinatos, súcubos, la mujer como vehículo del mal …. Ingredientes variados bien aderezados por el autor para hacernos pasar un rato entretenido. El clero de la época sale malparado por la serie de abusos relatados en una época en que la religión cristiana tenía una elevada influencia en la sociedad. Curiosa cuando menos y para no defraudar.

Hay una película basada en este relato, una coproducción franco-española de 2011, protagonizada por Vincent Cassel y dirigida por Dominik Moll, en la que actores como Sergi López, Catherine Mouchet, Jordi Dauder o Geraldine Chaplin. Espero verla en breve y òndré un comentario aquí sobre la adptación de la prosa de este libro a las imágenes.

Resumen

Ambrosio, principal protagonista de la obra, fue encontrado abandonado, casi recién nacido, a la puerta de un convento de capuchinos. Cuidado por los monjes, con el paso del tiempo llega a convertirse en su abad. Solo se ausenta de la abadía unas horas a la semana, los jueves, para predicar en la catedral, atrayendo cada vez más fieles oyentes que apreciaban su elocuencia y forma de comunicar y alcanzando una altísima reputación por su aureola casi de santidad. Historias paralelas de caballeros, damas y monjas, con dosis de fantasía como el episodio en tierras alemanas de la “monja sangrienta”, transcurren en la primera mitad de la novela dejando a nuestro religioso en un muy segundo plano. Tras ellas, nuestro monje, que no sabemos si era de los que lucían calva, recupera el protagonismo, se desmelena y transmuta en un ser desconocido y perverso, respondiendo a las insinuaciones de un fraile de su comunidad de nombre Sagrario, pero que en realidad es Matilde, una hembra de tomo y lomo que le lleva al súmmum pasional en un desenfreno carnal épico. Cansado de este súcubo, los apetitos desatados de Ambrosio buscan nuevos derroteros fuera del convento en una sucesión de episodios de lo más fantasioso en donde aparecen en todo su esplendor todo tipo de componentes siniestros y macabros: criptas, castillos embrujados, asesinatos, abadías en ruinas, hechicerías, cementerios, pasadizos secretos, pociones mágicas, fantasmas y demonios.

domingo, 7 de octubre de 2012

Sonata para perdedores, de José Manuel Campillo Ortega.

 Acerca de la confesión, nos dice María Zambrano en un libro titulado La confesión: género literario: Sin una profunda desesperación el hombre no saldría de sí, porque es la fuerza de la desesperación la que le hace arrancarse hablando de sí mismo, cosa contraria del hablar. Más adelante: huida de sí y expresión de alguna culpa, de un yo que se quiere rechazar.

El protagonista de Sonata para perdedores, de José Manuel Campillo Ortega, siente esa desesperación, y por eso se lanza a expresar la culpa, liberarla, hablar de sí mismo. Le sirve de confidente su amigo Arturo. Aunque al otro lado de las páginas, nosotros también prestamos nuestros oídos. Y escuchamos: Hace tiempo yo maté a una mujer.
                       
Jaime confiesa una parte de su vida bañada por la traición, el crimen y la mentira. Y esa parte de su vida tiene lugar en Florencia, la ciudad que elige para poner fin a sus días.

Nos encontramos con una persona cansada, sin ninguna ilusión, hastiada de todo, que decide coger todos sus ahorros y marcharse a la ciudad que le verá por última vez, y donde tiene la intención de exprimir hasta el último minuto y hacer todo aquello que nunca ha hecho. Antes del último adiós, antes de suicidarse, quiere que lo imprevisible forme parte de su vida; dejar a un lado la rutina, el orden. Cada momento, vivirlo con intensidad. En definitiva: no pensar la vida, sino vivirla.  

Y que mejor ciudad para despedirse de ese modo que una llena de belleza. Jaime emprende el último viaje a una ciudad rebosante de luz,  pero sobre todo, lo que emprende Jaime es un viaje que le llevará a mirar hacia su interior. Y el interior de Jaime es como la iglesia de San Marcos: quizá no exista otra iglesia en Florencia que resalte mejor la fuerza de la luz en su lucha contra las tinieblas.

Leer Sonata para perdedores me ha traído por su atmósfera, el recuerdo de sensaciones que tuve leyendo El lobo estepario, Fausto, El retrato de Dorian Gray, o El jugador. Porque en ella nos encontramos a un hombre distanciado de la sociedad, que quiere quitarse la máscara, que le cansa llevarla; encontramos un pacto con el diablo; y nos encontramos a alguien que quiere que unos jóvenes dibujen su cuerpo pero que les pase desapercibida su alma decrépita, envejecida y carente de alegría. Me recuerda también porque hay juego, apuestas: No son unas partidas de ajedrez. Son las partidas. En estas se comienza jugando dinero y se acaba vendiendo el alma al diablo. Y a Jaime le gusta apostar: y entre partida y partida llegó la noche que marcó el devenir de mi vida. La que dio comienzo al canalla en el que luego me convertí.

 Como le dice Jaime a su confidente Arturo,acomódate, nosotros debemos hacer lo mismo.  Acomodarnos y seguir leyendo, escuchando.

También me recuerda a esas historias, por la gran cantidad de fragmentos para subrayar y pensar.  En mi caso, cinco folios: anverso y reverso.

Sonata para perdedores suena a otra época, pero con interrogantes que nos acompañan en todas. Me sorprende para bien que un libro como éste lo lean chicos  y chicas de 4º de la ESO y 1º Bachillerato (Psicología). 

Después de leer Kubrick y la filosofía, me apetecía leer algo más de José Manuel Campillo. Me gusta la apuesta que hace su autor, tanto en el ensayo como en la ficción. Se agradece tener la oportunidad de pasar un buen rato, pero siempre acompañado de un plus que nos lleve un poco más allá. O más acá.
                   
Unos veinte minutos después entró en una librería. No estaba muy seguro de que debiera hacer lo mismo, pero la curiosidad me pudo. Quería saber sus gustos literarios. Era consciente de que las distancias se acortaban y que la decisión no era muy acertada, pero las librerías siempre han sido mis santuarios particulares y ahora que ella profanaba uno de ellos quería saber por qué o por quién lo hacía.

Y yo te pregunto, ¿tú por quién o por qué  profanas las librerías? y de paso os recomiendo la librería La Central que han abierto hace poco en Callao (Madrid). Para quedarse a vivir allí.   

Patricia L.
Nota:  Se puede adquirir Sonata para perdedores  en versión Kindle por 0, 99 euros; y en formato papel por 15; el libro de “Kubrick…” desde hace unos días está disponible en papel por 8,80 euros; y en versión Kindle por 2,87.
                                                                                                                                                       

jueves, 4 de octubre de 2012

Isabel la Católica. Grandeza, carácter y poder, Cristina Hernando

Novela histórica o historia novelada. No vamos a entrar en disquisiciones acerca de estos conceptos y por ello aplicamos el término acuñado precisamente en aquella época: “Tanto monta, monta tanto”. Mi debilidad y pasión por la Historia, con mayúsculas, me hace proclive a este género al que acudo siempre que puedo. Hay autores más contrastados en este personaje en concreto, pero el hecho de que sea el primer libro publicado de Cristina Hernando, psicóloga de profesión, y que estuviera disponible en formato electrónico a un precio asequible, me empujaron a su lectura, coincidiendo con la emisión en estas fechas por Radio Televisión Española de la serie en capítulos con el título de “Isabel”.

La narración se ocupa de la segunda mitad del siglo XV coincidiendo con la vida de la protagonista a Isabel de Trastamara, infanta de Castilla, persona con gran carácter y que atravesó por numerosas vicisitudes hasta conseguir unirse en matrimonio a Fernando, del vecino reino de Aragón, formando un matrimonio estable de reyes que recibió el apodo de “Católicos”. Nacida en 1451 en Madrigal de Las Altas Torres, lugar que he tenido la oportunidad de visitar hace unos meses, fue testigo y parte activa de grandes acontecimientos que tuvieron lugar en el devenir hispano, de entre los que podemos destacar por su gran significación la casi completa unificación de España, el final de la reconquista con la toma de Granada y el descubrimiento de América, expedición apoyada por Isabel incluso en contra de los pronunciamientos de Fernando. Isabel la Católica muere en 1504, preocupada por su sucesión al trono de Castilla en la persona de su hija Juana La Loca y su marido Felipe el Hermoso, dejando tras de sí numerosas acciones de política internacional a través del matrimonio de sus hijos y abortando los numerosos tejemanejes de nobles aduladores en sus maniobras para manejar el poder a su antojo. Si bien el personaje central es Isabel, la autora se detiene con profusión en muy variados personajes de la época, tales como Boabdil, el último rey moro de Granada, y el navegante Cristóbal Colón, hasta completar cerca de seiscientas páginas en la versión en papel.

El libro es entretenido, simpático, agradable y se lee de forma fácil y sencilla. Aunque no hay aclaración final sobre la veracidad de los hechos históricos, está cuajado de numerosos datos y fechas que permiten situar al lector en aquella importante época de la historia de España, habida cuenta de la suposición de que sean ciertos. Las situaciones generadas en torno a los personajes son sencillas, verosímiles y bien construidas para lograr un agradable entretenimiento sin cansar al lector con grandilocuencias. Queda resaltada la gran humanidad de Isabel, preocupada más por sus súbditos que por ella misma, que se nos muestra como un personaje cercano e interesante en todas sus facetas. Sin llegar a ser un novelón, no defrauda.

Para interesados en el tema y en mi opinión, el autor por excelencia, y que tiene igualmente un libro dedicado a este personaje, titulado “Isabel La Católica”, es Manuel Fernández Álvarez, catedrático emérito de Historia Moderna y miembro de La Real Academia de La Historia, gran experto en biografías de esa época de los siglos XV y XVI, y al que sin duda acudiré nuevamente para profundizar en mis conocimientos. Otro reputado autor es Joseph Pérez. Pero la bibliografía sobre esta mujer y los personajes de su época es inmensa, pudiendo consultarse una relación en este enlace a la biblioteca Cervantes, que no eshaustiva, pues no figuran, a modo de ejemplo. “La España de los Reyes Católicos”, de Juan Eslava Galán, la trilogía “Isabel, La reina” de Ángeles de Irisarri, “Yo, Isabel la Católica” de César Vidal y algunos otros.

martes, 2 de octubre de 2012

Almas grises, de Philippe Claudel.

Pero nada es simple. Los únicos que no se equivocan son los santos y los ángeles. Almas grises, de Philippe Claudel (Nancy, 1962) no nos habla de santos ni de ángeles, pero sí de personas que sonríen a los demás aunque estén desgarradas por dentro; que cuentan pero también esconden muchos secretos; de mutilados, tanto de brazos como de corazón; de padres, esposos, novias y de  personas que pensaban que eran felices, hasta que llegó un día en el que todo empezó a derrumbarse. Como se derrumbaba más allá de sus límites, de su colina, otro mundo: Por supuesto, oíamos la guerra. La habíamos visto anunciada en los carteles de la movilización. La leíamos en los periódicos. Pero, en el fondo, la sorteábamos, convivíamos con ella como se convive con un mal sueño o un recuerdo amargo. No acababa de formar parte de nuestro mundo. Pertenecía al del cinematógrafo.

            Lo que no pertenece al cinematógrafo es la aparición en 1917 del cuerpo sin vida de una niña de diez años: Belle de Jour. De este hecho trágico y del misterio que le envolvió, quiere dar cuenta el narrador de la  historia. Un hombre que en aquél entonces tenía treinta años y ya ha cumplido los cincuenta.

            En esos veinte años han pasado muchas cosas, y sólo le queda la memoria y muchas preguntas sin contestar. A través de los recuerdos y su materialización en la escritura, tratará de excavar en todo lo que tuvo alguna relación con el denominado Caso, teniendo que dar cuenta no sólo de ese triste día, sino de los años anteriores y también posteriores, y sobre todo de un gran número de existencias grises. Las cosas no son ni blancas ni negras, lo que reina es el gris: los hombres, sus almas…, pasa lo mismo.

            En esta historia, pocas veces se mencionan colores que alegren sus páginas, porque en este pueblo, cualquier destello de color, de belleza –como lo tenía la pequeña Belle de Jour –al igual que ocurre con una flor, termina marchitándose o directamente es arrancado de cuajo. Y entre el lento marchitar y el adiós rápido, muchos preferirán el segundo, envidiando, si no lo consiguen, la suerte de quienes sí lo tuvieron: No conoció el mal, se fue sin conocerlo. A nosotros, en cambio, el mal nos ha vuelto feos.

            No es de extrañar que con tanta fealdad, tanta maldad, y tantos valores que ya han perdido todo el valor que pudieron tener un día, un personaje, Joséphine La Pelleja, confiese: Si tuviera buenos cacharros de cobre, los colgaría igual, y producirían el mismo efecto, la sensación de que el mundo no es tan feo, de que a veces hay pequeños reflejos dorados, y de que en el fondo la vida no es más que la búsqueda de esas migazas de oro.  

            Y no es la única que confiesa. El propio narrador también confiesa todo lo que en su día no se atrevió. Y es que a veces se silencia demasiado. Porque interesa no decir, porque interesa ocultar, porque es mejor mirar hacia otro lado, por miedo, porque no somos una ciencia exacta. En Almas grises no sólo se trata de dar respuesta a un asesinato, sino a muchas otras preguntas: las que  hace el narrador a los demás, las que se hace a sí mismo, y las que nos hace a nosotros, como parte que formamos de un todo.

            Para terminar, sólo decir que la prosa de Philippe Claudel está llena de belleza. Una migaza de oro.

            Abstenerse de su lectura santos y ángeles.

            P.D: Almas grises es el primer libro que hemos leído en el Club de lectura de San Lorenzo de El Escorial. A la mayoría, no me atrevo a decir a todos, no sea que se me haya escapado algún comentario,   nos ha gustado mucho. Y además ha dado juego a la hora de comentarlo: variedad de interpretaciones.  

Patricia L.