El realismo literario surge en Francia como una violenta reacción contra el subjetivismo e idealismo de la época romántica anterior. Basado en la reproducción fiel de la realidad a través de la escritura, pero siempre bajo el enfoque del autor, sus máximos representantes son Stendhal, con su novela Rojo y Negro ya comentada en el blog y Gustave Flaubert con esta Madame Bovary. Los autores tratan de ofrecer situaciones de la vida cotidiana, a modo de crónica social, describiendo minuciosamente y con alto grado de detalle las situaciones, las motivaciones y los sentimientos de los personajes, a modo de denuncia de los males que afectan a la sociedad y apuntan soluciones para acabar con ellos. Madame Bovary fue publicada en 1857 y costó a su autor y su editor un procesamiento por escándalo e inmoralidad, del que consiguieron salir indemnes por los pelos y que empañó el lanzamiento del libro. Esta novela es un acrítica abierta al romanticismo y un homenaje encubierto al Quijote y las novelas de aventura, género del que Flaubert era un ferviente admirador.
Madame Bovary, subtitulada en su día “Costumbres provincianas”, es la historia de Emma, hija de un granjero con posibles, que estudia en un colegio acomodado y gusta de leer todo tipo de novelas románticas que exacerban su fantasía y llenan su cabeza de sueños de una vida lujosa y de placeres. Carlos Bovary es médico de pueblo, sin muchas luces, que acaba de enviudar de su anterior matrimonio y se enamora profundamente de Emma. A pesar de tener una hija, Berta, la vida familiar asfixia y ahoga a Emma, con lo que busca dar rienda suelta a sus fantasías en acciones fuera de su matrimonio, primero con León Dupuis, pasante de notario y a la marcha de este, con Rodolfo Boulanger, rico terrateniente. Dos personajes vanidosos y engreídos pero no menos que ella. Un corto pensamiento de Rodolfo en sus primeros contactos explica claramente sus intenciones: “¡Pobre mujercita! Sueña con el amor, como una carpa con el agua en una mesa de cocina. Con tres palabritas galantes, se conquistaría, estoy seguro, ¡sería tierna, encantadora!... Sí, pero ¿cómo deshacerse de ella después?”. Resulta curioso el personaje del boticario Hormais al que en pequeñas pinceladas se le concede un papel relevante en la novela.
Cuando parecía que Emma iba a colmar sus expectativas con la planeada huida con Rodolfo, este la deja y la hace sumirse en una profunda melancolía, presa de nuevo en su mundo pueblerino que detesta. Escapadas a la ciudad y gastos superfluos la sumen en deudas cada vez más cuantiosas que no puede saldar, a pesar de rebajarse a unos y otros. Al final se suicida ingiriendo arsénico que le facilita el ayudante del boticario. En palabras de la propia novela “Carlos no era de esos que penetran hasta el fondo de las cosas; retrocedió ante las pruebas y sus celos inciertos se perdieron en la inmensidad de su pena”. La sigue queriendo ajeno a todos sus devaneos hasta que al final descubre todo y muere sin guardar rencor a sus adversarios, en especial a Rodolfo con el que llega a entrevistarse y pensar que todo lo que ha habido entre él y su esposa ha sido amor platónico.
Una historia convencional de adulterio y suicidio que se convierte en un profundo análisis humano, un ataque virulento a la monotonía, la desilusión y la falta de incentivo de la vida burguesa en un pueblo o en la ciudad. Con la imaginación repleta de amor y pasión, fruto de sus lecturas románticas de juventud, Emma está ahogada en una vida matrimonial insulsa y trata de escapar a ella en situaciones que a la postre no son sino otra versión de su aburrida vida aunque al principio pueda parecer lo contrario. Las descripciones de personajes y situaciones son muy precisas y minuciosas, de gran riqueza y verosimilitud, reflejando con gran acierto la tragedia humana. Aunque en sus comienzos no fue una obra literaria que tuviera buena acogida, con el tiempo ha llegado a ser considerada una de las obras maestras de la literatura y del realismo.
Solemos olvidarnos de los grandes clásicos en favor de los superventas, a veces sólo por tratarse de un autor conocido o por una portada atractiva. Gracias, Angel, por recordarnos obras como las que estás comentando últimamente.
ResponderEliminarComo comentamos en su día, los clásicos son los cimientos de la literatur contemporánea, y no leer a los clásicos es sólo disfrutar de la cubierta de un edificio, ambos son necesarios y, no todo lo antiguo fue mejor que lo actual ni viceversa, ambas se complementan y nos enriquecen.
ResponderEliminarRojo y negro o madame bovary? Cual preferis? Rojo y negro es anterior, influyo en Flaubert para su Madame Bovary?
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