Recomendado por el profesor de un seminario sobre los Exilios Españoles y localizado en la biblioteca local, he devorado con fruición las 446 páginas impresas de este libro en dos días. El autor, Luis María Anson, reconocido periodista y escritor de larga trayectoria profesional, sigue en la brecha a sus 78 años con sus comentarios en un diario de tirada nacional y sus colaboraciones y escritos en numerosas publicaciones, tanto en papel como electrónicas, ocupando el sillón “ñ” minúscula como académico de la Lengua Española, habiendo obtenido a lo largo de los años numerosos premios.
Anson estuvo siempre muy cerca de Don Juan de Borbón y Battemberg, perteneciendo a su consejo privado como asesor, por lo que muchas de las vicisitudes narradas en este libro son vivencias personales conocidas de primera mano por el autor, al que Don Juan obsequió con su amistad personal durante muchos años, hasta su fallecimiento, no hace tanto tiempo, en abril de 1993. Rey de derecho, aunque no de hecho, tras la renuncia de su hermano mayor y la abdicación de su padre Alfonso XIII en 1941, nunca llego a reinar por los hechos que sacudieron a España y al Mundo a lo largo de buena parte del pasado siglo XX. Siempre en el exilio, en Italia, Suiza y finalmente en Portugal, sus relaciones con Francisco Franco fueron tensas y engañosas, pues siempre le consideró un usurpador que había tomado por la fuerza un sitio en la Historia que no le correspondía y al que se aferró hasta su muerte. Consintió en restaurar la Monarquía en España a su muerte, pero nunca en la figura de Don Juan, si no en la de su hijo Juan Carlos, actual rey de España y con la espada de Damocles permanente de virar en cualquier momento hacía la rama de Alfonso de Borbón Dampierre, que no en vano se convirtió en familiar directo suyo al casar con su nieta.
A mi modesto entender, el libro lo que menos es una biografía de Don Juan en el estricto sentido de lo que entendemos por biografía. Si se narran los hechos vitales de la vida del biografiado pero casi como una excusa para contar la historia de los entresijos del poder y de la vida de España a lo largo de gran parte del siglo XX. Principalmente Franco, pero también otros muchos personajes que operaban a su alrededor, son retratados en este libro con detalle en el sentido de que afectaban y de qué manera a la vida del rey exiliado, que siempre mantuvo su gallardía pesar de la poca capacidad de maniobra de la que dispuso para recuperar lo que por tradición e historia le correspondía. La suerte se alió siempre con el dictador, hombre listo donde los hubiera, ya que a pesar de su alineamiento con las potencias perdedoras en la Segunda Guerra Mundial, intereses espurios de americanos e ingleses le mantuvieron el poder como un mal menor.
Dependiendo del grado de interés de cada uno, el libro se lee de un tirón, descubriendo en mi caso innumerables hechos desconocidos a pesar de estar en este mundo, si bien muy joven, durante algunos años de su recorrido. Un personaje interesante, que goza de gran atención a lo largo de toda la narración y del que no había oído hablar hasta esta lectura es don Pedro Saínz Rodríguez, ministro en el primer gobierno de Franco y que por sus discrepancias se exilió voluntariamente yendo a recalar en el consejo privado de don Juan en Estoril, siendo vitales sus aportaciones y consejos que siempre parecían ir contracorriente. Regresó a España todavía en tiempos de “Franquito”, como él le denominaba y murió en 1986, hace nada. Al final de esta entrada hago constar un par de “perlas” tomadas del libro que puede dar una idea de su personalidad.
En resumen, esta es la historia que nos ha contado Luis Maria Anson. Es por lo tanto “su” historia. Sin dudar de la veracidad de los hechos, estos siempre son del color del cristal con el que se los mira. Como todo en esta vida, habríamos de leer historias del mismo tema contadas por otros para poder contrastar y tomar nuestras propias conclusiones. Digo esto porque en otra publicación sobre el tema titulada “Don Juan, náufrago de su destino”, de José García Abad, se ponen en entredicho algunas cuestiones. Lógico y normal, los puntos de vista sobre unos hechos son personales y no tienen por qué coincidir.
A continuación un par de frases extractadas del libro que pueden dar idea de la personalidad de Pedro Saínz Rodríguez, un personaje sobre el que habrá que investigar.
“Hay que pensar en organizar otra política, No sé cuál, pero otra. Seguir dándole patadas a Franquito en los huevos es tan memo como pegárselas al caballo de Felipe III en la Plaza Mayor. Se las guardará todas a Vuestra Majestad y se las devolverá, una a una, en cuanto pueda. Hay que saber cómo es Franquito. Yo no he conocido a nadie con más capacidad de rencor. Así que no cuenten conmigo para nada de lo que están diciendo, porque yo dejé el jardín de infancia hace muchos años.”
Don Pedro (Sainz Rodríguez) estaba decidido a no acudir a ningún encuentro más con Vegas, estando el Rey delante… desde que este le recordó agriamente que había sido ministro de Franco y que por eso su política era tibia y no tenía la “dureza” que requería la ocasión.
“La dureza ---gritó Don Pedro ante Don Juan--- solo es imprescindible en una ocasión, cuando te dispones a joder. Y puedes estar seguro, Eugenio, que entonces no fallo una: se me pone la polla como un jade. Pero darle cada día una patada en los huevos a Franquito con la bota del Rey es una torpeza histórica. El “pájaro” no va a caer y me juego contigo mi Quijote de Ibarra que vale un huevo y la yema del otro, a que te vas a tomar el turrón tú aquí en Estoril, mientras Franquito se lo zampa en El Pardo. Y a ver si dejas de joderme con lo del ministerio que yo sé muy bien por qué lo hice y algún día lo explicaré.”
Saínz Rodríguez se levantó, inclinó la cabeza ante el Rey, cerró la puerta con ira y se fue “con viento fresco”, dejando a todos plantados.
Muy buena reseña. He posado mis ojos en este libro numerosas veces y no me he atrevido con él. Después de tu post y del atrabiliario personaje de Saínz Rodriguez me apetece su lectura. Además, Ansón, de tendencia polìtica confesa, es un personaje histórico más, con su simbólico intento de entrar por los pirineos junto al padre del rey en un histriónico episodio. Por encima de la subjetividad presumo de su lectura una muestra de su maestra y precisa pluma periodística.
ResponderEliminarGracias por tu reseña, sostiene Javier.....