Según reza en su ficha biográfica del diario El Mundo, Ana Romero es una periodista gaditana nacida en 1966 que empezó sus andanzas profesionales en el Diario de Cádiz y la agencia Efe. Su trabajo en el diario en El Mundo se está viendo afectado en estos días por graves problemas derivados de una información relativa a la Casa Real que la periodista no ha querido retirar ante las presiones de la nueva dirección en un feo asunto sin precedentes en los veinticinco años de historia de esta publicación. Colabora con diarios y emisoras extranjeras y participa en seminarios y encuentros, y ha viajado por países de todo el orbe realizando numerosas entrevistas, todo ello además de su condición de escritora de libros como el que nos ocupa. Se trata de una edición revisada publicada el pasado año 2013, tras la original que vio la luz en 2003.
La portada y el título del libro pudieran no hacer ver al lector que en su contenido de lo que en realidad se trata es de una biografía, muy personal, de Carmen Díez de Rivera Icaza, una gran desconocida cuyo concurso fue vital en los meses del periodo denominado en España « de la transición», tras la dictadura del General Franco y a la muerte de este. Se acuñó para ella el apodo de «Musa de la Transición» por sus intervenciones, que en muchas ocasiones fueron enfrentamientos, con las otras dos «patas o vértices», a saber, el rey Juan Carlos y Adolfo Suárez. La vida de Carmen es tremendamente interesante, con un padre que le dio apellidos pero que no era real, siendo hija de un más que conocido personaje de la España de la dictadura y cuyo nombre no revelo para dar interés al asunto. Carmen fue una adelantada a su tiempo, dinámica, emprendedora, contestataria, internacionalmente formada en varios países en aquellos tiempos y que acabó como secretaria de un Adolfo Suárez en TVE en las postrimerías de la dictadura. Por ello, en la Transición ocupó el puesto de secretaria o jefa de Gabinete del presidente y sus profundas convicciones fueron una fuente de conflictos y enfrentamientos con el mundo y especialmente con Suárez y el rey Juan Carlos. Uno de estos enfrentamientos más clásicos tuvo como trasfondo la legalización del Partido Comunista de España. Asqueada y harta de la política se retiró momentáneamente tras esta etapa aunque volvió con los años a una labor de trabajo intenso y duro como diputada en el Parlamento Europeo. Un cáncer al parecer no muy bien tratado a pesar de detectado por los médicos se la llevó en 1999.
Supe de la existencia de este importante personaje de nuestra reciente historia por las inevitables aunque no muy extensas referencias al mismo en el algo polémico libro comentado en este blog titulado «La gran desmemoria» de Pilar Urbano. La autora ha tenido acceso a los diarios personales de Carmen además de largas conversaciones con ella en los últimos momentos de su vida, cuando el cáncer avanzaba, habiendo complementado además estos datos con entrevistas a personajes que la conocieron y trataron en su día y que han aportado valiosos comentarios sobre su vida, su personalidad y sus actuaciones, lejos de los artículos tendenciosos con que en su día numerosos medios, «El Alcázar» por ejemplo, se dedicaron a atacarla y desprestigiarla personalmente, en un intento de ataque taimado a su verdadero jefe, Suárez y el resto de su equipo, que muchas veces no supieron ver lo que se cocía entre bambalinas. El relato es vivo y dinámico, con un lenguaje preciso y precioso que la autora domina a la perfección, lo cual no es extraño dada su profesión y su vasta trayectoria en los asuntos de juntar palabras Los capítulos en los que está dividido el libro permiten conocer las diferentes facetas de esta mujer adelantada a su tiempo y en muchos momentos y como se verá por las frases entresacadas y que reproduzco al final de este comentario, nos están diciendo desde su tumba en un convento de clausura en Arenas de San Pedro, que somos realmente idiotas, que no aprendemos y que el paso del tiempo en lugar de mejorar nuestra vida está recurriendo a más de lo mismo o peor. Un libro con sus 352 páginas en edición impresa que contienen poco más de cien mil vocablos que recomiendo tanto en sus aspectos humanos como históricos y del que «hay que tomar nota» para entender muchas cosas, mejoras y «peoras», que hoy, cuarenta años después, seguimos sobrellevando en nuestro devenir diario.
Aunque puede resultar inusitadamente larga esta entrada para lo normal en este blog, reproduzco a continuación una serie de frases, quizá demasiadas pero no he podido por menos. La primera de ellas, ya muy al final del libro, es de rabiosa actualidad en estos días de junio y julio de 2014 por haber ocurrido realmente. Las negritas son de mi cosecha particular.
Ese triángulo se ha quedado hoy con un solo vértice: el Rey, que se enfrenta en la Zarzuela a un complicado juego final que empezó hace un par de años. Como en el banquete del príncipe Baltasar de Babilonia, la escritura está sobre la pared. El establishment lo sabe, e insiste en que el cambio inevitable se haga desde las instituciones. Por eso baraja ahora Don Juan Carlos, a sus 75 años y cuando más de la mitad de los españoles pide su abdicación, repetir el milagro de hace casi medio siglo.
La política tiene siempre un poco de perversión. Pervierte a las personas. Y más aquí, en España, donde no dimite nadie. Ni con Franco, ni con la UCD, ni con el PSOE, ni con el PP. Lo que arrastramos de la Transición es que no fue suficiente con haber creado unos partidos, unas Cortes, una Constitución. Teníamos que haber profundizado en la sociedad. El desarrollo económico nunca es suficiente: tiene que ir paralelo a uno político, social y cultural».
… levantaba la vista, exasperada: «La solución, Ana, está en nosotros mismos, en los ciudadanos. Sobre todo, en esos jóvenes españoles, que han de aprender del pasado para no cometer los mismos errores que sus mayores».
Hay que buscar personajes en África, en el Tercer Mundo, y salirse del contexto de los ricos, los altos, los guapos y los blancos. Los de siempre.
Es estremecedor. ¡Pobre país! ¡Pobre Rey! ¡Qué horror! Hay una ausencia total de profesionalización. Tiene aspecto de opereta de barrio. Al verlo, se entiende la miseria humana de Franco y lo inexplicable de la duración del franquismo. Estuve por la mañana en Presidencia. Impresión horrenda. Qué vetustez. Qué falta de instrumentos de trabajo. Esto es más elocuente que cualquier libro de El ruedo ibérico. La miseria intelectual y humana del entorno del dictador es aquí patente.
Hablaba con ellos mucho por teléfono, pero era muy reacia a ir a comidas y cenas. En España todos estaban comiendo y cenando todo el día, como ahora. Y en la dictadura también. En eso no hemos cambiado nada».
Cuánta pequeñez humana. Lo único que ambicionan es el tren ganador, sin querer arriesgar nada. Los unos traicionan a los otros descaradamente. No convocan a los ciudadanos, no hablan de las mujeres, no tienen en cuenta a los jóvenes. La prensa, según le dé, tiene un culto a la personalidad que es lo que prima. ¡Qué pesadez! ¡Pobres ciudadanos!
Lo que más detestan las personas en la vida y en la política es que seas independiente, libre. Yo lo soy. Un ser libre es peligrosísimo. En algunas cosas uno es de derechas, en otras uno es de izquierdas, y en otras cosas uno es, simplemente, libertario.En la vida he aprendido, Ana, que los que presumen son aquellos a los que les faltan cosas».
Carmen, que hablaba alemán y no se cansaba de repetirlo, creía en la Vergangenheitsbewältigung o la Geschichtsaufarbeitung, dos palabras acuñadas por estudiosos alemanes para describir «el proceso de tratamiento del pasado», un ejercicio necesario en los pueblos y en las personas para poder vivir «un presente saludable».
Se demostró que el gran problema del final de la dictadura y de esa Transición es que el ciudadano iba por un lado y los políticos por otro. Esto parece que pasa también a veces ahora, en democracia.
»Yo insistí mucho en que las listas no fueran bloqueadas. ¿Por qué esa obsesión por tratarnos como menores de edad? A mí me llaman la atención poderosamente las dictaduras de los grandes partidos, del PSOE y del PP, que no tienen primarias y que, cuando las hacen, suprimen los resultados.
El desarrollo económico nunca es suficiente; tiene que ir paralelo a uno político, social y cultural» ... El deseo de ganar dinero y de triunfar es generalizado. ¿Y qué? Un pueblo con dinero y sin cultura no es nada».
La política no puede ser una profesión permanente o una renta vitalicia. No es lo más adecuado. Ya te he dicho cómo me llama la atención que siempre estén las mismas personas en los mismos sitios.
«El cáncer es dramático en cualquier circunstancia, Ana, pero todavía lo es más cuando, habiéndose cogido a tiempo, te vas a morir por ello. Yo he hecho prevención toda mi vida, y me muero porque un oncólogo español ha ignorado un marcador de una revisión que me hice en Bruselas. Era un marcador de un ovario que estaba a 40 cuando tenía que estar a 35».
La frase que se quedó sin pronunciar es una que le oyó decir a Carmen con mucha frecuencia, y que él quiso que se incluyera en este libro: «La generosidad es la forma suprema de la inteligencia». A los que han leído este libro, Fraguas quiso decirles: «Es bonito pertenecer a la estirpe humana si hay personas como Carmen».
El domingo 27 de julio de 2014 y dentro del programa "Quiero ser libre", RTVE en su segunda cadena emitió un documental de una hora de duración dedicado a la vida de Carmen Díez de Rivera, con entrevistas a personas que la conocieron y trataron, entre ellas Ana Romero, la autora de este libro. Estará disponible para su visualización en www.rtve.es a partir del 10 de agosto de 2014.
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