Un libro curioso. Lo primero que llama la atención es que está plagado de unas extrañas palabras que forman parte de una jerga, el nadsat, creada por el autor en base a algunas de origen ruso y otras inventadas por él, y que se supone es la forma en que hablan los adolescentes en la época en que se desarrolla la novela. Ésto hace que al principio sea una auténtica locura entender algo (una aventura lingüística dice el autor) y haya que estar continuamente accediendo al glosario para averiguar el significado de estos términos. Como muestra estos ejemplos: "...y luego levantó y descargó la ruca (mano) derecha, de modo que recibi un lindo y viejo tolchoco (golpe) justo en el litso (rostro) ... esas vesches (cosas) grasnas (sucias) y podridas que me han puesto en la golova (cabeza) y el ploto (cuerpo)..."; aunque según van pasando las páginas y vas conociendo las más habituales empiezas a cogerle el tranquillo y el gusto a la narración.
Trata de Alex, un quiceañero marginal, que pasa las noches junto con sus drugos-amigos disfrutando de la ultraviolencia, robando, golpeando, violando y matando, hasta que es detenido por la policía. Ante la masificación de las cárceles, le proponen un tratamiento experimental para reducir su condena, consistente en suministrarle unas drogas al tiempo que le hacen visionar unas películas con todo tipo de escenas violentas y desagradables, hasta que éstas le producen náuseas y le provocan un rechazo instintivo a la violencia de cualquier tipo. Asumiendo que ya no es un peligro para la sociedad es puesto en libertad pero ya nada es lo mismo; en su antigua casa no le aceptan y el lavado de cerebro recibido hace que sea incapaz incluso de defenderse cuando antiguas víctimas le reconocen y le atacan. Alex opta por el suicidio ante la imposibilidad de recuperar su vida anterior, y termina con varios huesos rotos en un Hospital donde se recupera hasta que finalmente se le pasan los efectos del tratamiento recibido en la cárcel... y aquí termina la edición norteamericana y la película de Kubrick con el mismo nombre, basada en esa versión.
Y ésto es así porque la novela está concebida en tres partes de siete capítulos cada una, pero los editores americanos decidieron que el último capítulo no les gustaba y preferían el final indicado, con un Alex de nuevo dispuesto a la violencia, ya que ellos eran muy bizarros y no les asustaba enfrentarse a la realidad, lo que provocó un enfado memorable del autor que aún así reconoce deberle a este corte en Estados Unidos y la posterior película, que su obra no cayera en el olvido. ¿Y que pasa en ese último capítulo? Pues que Alex ha vuelto a las andadas con nuevos amigos pero cada vez se encuentra más cansado de la violencia. Un día que deambula sólo se encuentra con un antiguo compañero de peleas, que se ha casado, encontrado trabajo y sentado la cabeza. Ésto le hace pensar al protagonista que tal vez él debería hacer lo mismo, y es que se ha hecho mayor, ¡ya ha cumplido dieciocho años!.
Con este final el autor pretende mostrar que el ser humano dispone del libre albedrío y que si no puede elegir entre el bien y el mal sólo será una naranja mecánica, es decir, un organismo con color y zumo pero que de hecho no será más que un juguete mecánico al que habrá que dar cuerda. Citando al propio autor en la estupenda introducción del libro, "la Naranja norteamericana o de Kubrick es una fábula; la británica o mundial es una NOVELA" (estas mayúsculas son cosa mía).
Un excelente comentario al libro, del que no tenía conocimiento. Me lo apunto. Lo que si recuerdo es que asistí por una carambola a la primera proyección de la película en España, en el cine Cid donde las ocho o diez primeras filas del cine fueron inhabilitadas por "orden gubernativa" y las medidas de seguridad eran espectaculares. Como cambian los tiempos, menos mal, aunque el camino que llevamos en la actualidad ...
ResponderEliminarLei el libro mucho antes de ver la película, y me entusiasmó. Adaptación de Kubrick me pareció excelente, el vestuario, la ambientación y el guión fantásticos; la violencia y el miedo que trasmite, únicos. Tampoco me pareció mal su final, al dejarnos a un Alex que vuelve a las andadas parece sugerir la inutilidad de la violencia de los gobiernos para transformar a los ciudadanos, a los que no les queda más opción que devolver más violencia. Es una opinión que no justifica lo que hacen Alex y sus drugos.
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