PUNTUACIÓN 5/5
Siempre resulta grato echar la vista hacia atrás y rescatar lecturas arrumbadas en la nostalgia de la juventud. Limpieza de armarios y anaqueles y encuentros fortuitos con esquirlas del pasado, desafiando la memoria y desempolvando sentimientos, y entre los descubrimientos este libro "Campos de Castilla".
Este poemario ya ha sido estudiado minuciosamente, existiendo bibliotecas enteras conteniendo profundos y exhaustivos análisis sobre su contenido, el entorno biográfico en que fue compuesto, su compleja y heterogénea elaboración, la geografía de los paisajes descritos y otros particulares técnicos de variado signo. Por ello mi aportación con esta reseña es exclusivamente sentimental y no podría ser de otra forma, dado mi escaso conocimiento de la poesía como género, habiendo leído escasos libros de esta materia.
Sin embargo, pese a mi ignorancia, siempre me ha interesado este poeta como persona y estandarte del lirismo durante la guerra Civil Española, y la profunda huella que sus composiciones han rubricado en la memoria de tantos intelectuales, escritores y el alma colectiva de los españoles vencidos y represaliados. Un hombre tímido y melancólico, desaliñado, políticamente comprometido, culto y sensible, embutido en cuerpo feo y grotesco, que dentro de su continente tosco y desproporcionado, escondía bellísimos sentimientos y excelente literatura.
Este fue el motivo que me impulsó, cuando era apenas un chiquillo a leer, releer, subrayar las páginas físicas de este libro que ahora reposa sobre la mesa en la que escribo estas líneas. Redescubro mis rasgos infantiles de escritura, los ingenuos comentarios en los márgenes, mi ánimo evidente de epatar con mis palabras, en un alarde de inocente vanidad.
Después de la emotiva decarga de recuerdos, comencé a leer los poemas de una forma arbitaria, según se abría el libro, dejando al azar la decisión de su lectura. Poco a poco me sentí embaucado por sus versos tan recurrentes, una y mil veces escuchados, familiares, hospitalarios y decidí comenzar el libro desde el primer hasta el último de sus versos, ordenadamente, según decidió Machado imprimir este sabroso poemario.
Este poemario ya ha sido estudiado minuciosamente, existiendo bibliotecas enteras conteniendo profundos y exhaustivos análisis sobre su contenido, el entorno biográfico en que fue compuesto, su compleja y heterogénea elaboración, la geografía de los paisajes descritos y otros particulares técnicos de variado signo. Por ello mi aportación con esta reseña es exclusivamente sentimental y no podría ser de otra forma, dado mi escaso conocimiento de la poesía como género, habiendo leído escasos libros de esta materia.
Sin embargo, pese a mi ignorancia, siempre me ha interesado este poeta como persona y estandarte del lirismo durante la guerra Civil Española, y la profunda huella que sus composiciones han rubricado en la memoria de tantos intelectuales, escritores y el alma colectiva de los españoles vencidos y represaliados. Un hombre tímido y melancólico, desaliñado, políticamente comprometido, culto y sensible, embutido en cuerpo feo y grotesco, que dentro de su continente tosco y desproporcionado, escondía bellísimos sentimientos y excelente literatura.
Este fue el motivo que me impulsó, cuando era apenas un chiquillo a leer, releer, subrayar las páginas físicas de este libro que ahora reposa sobre la mesa en la que escribo estas líneas. Redescubro mis rasgos infantiles de escritura, los ingenuos comentarios en los márgenes, mi ánimo evidente de epatar con mis palabras, en un alarde de inocente vanidad.
Después de la emotiva decarga de recuerdos, comencé a leer los poemas de una forma arbitaria, según se abría el libro, dejando al azar la decisión de su lectura. Poco a poco me sentí embaucado por sus versos tan recurrentes, una y mil veces escuchados, familiares, hospitalarios y decidí comenzar el libro desde el primer hasta el último de sus versos, ordenadamente, según decidió Machado imprimir este sabroso poemario.
Quizás no sea el mejor poeta del siglo XX español, seguro que no lo es, pero disfruté enormemente de su poesía descriptiva, desprovista de artificios, sin disfraces retóricos innecesarios, esencial, breve, concisa, cercana, populista y sincera. Me adherí incondicional y convicto a su filosofía de camino vital, de amor quebrado por el destino, descifrador del paisaje y la idiosincrasia española, principalmente de la Castilla casta y adormecida que padeció, desolada y orgullosa, pobre, austera, inculta y explotada.
Acabado el libro, me sentí enervado y reconciliado con la poesía como género, como apuesta profesional valiente de un escritor. Culpable por abandonar por pereza y comodidad a los poetas, decidí recopilar mis libros de poesía arrinconados, acomplejados en los estantes de mi casa, y formulé la promesa de perseverar por esta senda e incluir en este blog más reseñas de este tipo.
Pues Javier, te felicito por esta reseña, que además te ha salido la mar de poética: tanto en su prosa que parece que tiene melodía como en el sentimiento. Algo se te ha debido pegar en la pluma cuando leías a don Machado. Tampoco soy lectora de poesía, pero después de leer esta reseña, igual un día me animo y como tú saco del olvido esos libros…
ResponderEliminarPatricia
Algo de su poesía debió de quedarme, puesto que también me fue a la "Casa Museo de Machado", en Segovia, y el entorno era tan austero, tan congelado en el tiempo, que parecía que los objetos del poeta, prodigados por todas sus salas, invocanban a su lectura. ¿Sería el fantasma de Don Antonio, su íncubo espíritu? No lo sé, pero te sugiero que hagas el viaje, y luego, escribes en el blog y si peribo algo de poesía, es que estás poseida, aunque, no puedes negarlo, algo siempre poético y bello hay en tus reseñas. Quizás ya has caido en su garras Felices Felices versos.
ResponderEliminarTentadora esa visita a la "Casa Museo de Machado"... No sabía de su existencia. Aunque por otra parte, ¡cómo no iba haber una Casa Museo de Machado"! aunque invocarnos ya lo has hecho tú con tu post, reanimando al espíritu machadiano. Ay, a ver si empiezo a darle a la poesía, esa asignatura pendiente.
ResponderEliminarPatricia