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martes, 29 de octubre de 2013

Carta al general Franco, de Fernando Arrabal

Fernando Arrabal es una de las leyendas vivas de nuestro tiempo. A sus ochenta y un años, sigue activo con una clarividencia y una fuerza arrolladora que contagia a quienes le escuchan. Tuve oportunidad de estar presente en su intervención la pasada semana con motivo del «VI Getafe Negro» y quedé maravillado e impresionado de la viveza y profundidad de su comunicación. Nacido en Melilla en 1932, fue sorprendido a corta edad por el Alzamiento Nacional que le separó de su padre y que marcó su vida para siempre. En 1955 marchó a vivir a París. Considerado un muy buen escritor de teatro, su obra ha sido representada profusamente en todo el mundo y poco nada en la tierra que le vio nacer. Amigo de artistas ya desaparecidos de la talla de Dalí, Warhol, Kundera, Picasso, Topor, Breton… sigue deleitando a la audiencia con sus interesantísimas disertaciones sobre la «vida». Ha dirigido siete películas, incluido un premio Pasolini y publicado multitud de libros de todo tipo.

El libro que nos ocupa es en realidad un carta dirigida por el propio Arrabal al general Franco el dieciocho de marzo de mil novecientos setenta y uno, cuatro años antes de la muerte de la persona que regía los destinos de España desde treinta y cinco años antes. En ella muestra sus pensamientos en un tono conciliador y refleja hechos acontecidos en España a lo largo de tantos años tratando de tocar la fibra sensible del dictador. Son poco más de cien páginas con una letra enorme que se leen en un santiamén y que contienen ideas e informaciones interesantes sobre el pensamiento del autor en aquellas décadas. El mejor resumen pudieran ser una serie de frases entresacadas del texto que se reproducen más abajo. El veintinueve de febrero de mil novecientos setenta y seis, meses después de la muerte de Franco, el periódico «Arriba» definía a Fernando Arrabal como «indudablemente, el más prohibido de los prohibidos», pues figuraba en una exigua lista de cinco nombres junto a Carrillo, Pasionaria o Líster.

¡Cuánta ceniza, cuantas lágrimas, cuanta muerte lenta entre funerales de chatarra al son de campanas podridas!

Durante semanas, y meses, y años y ya sin la excusa de la guerra, en plena paz, el aparato represivo a sus órdenes siguió condenando y matando a miles de españoles…

En España sobran los justicieros armados hasta los dientes, los inquisidores, los jefes implacables que tienen razón y quieren imponerla a los demás, si es necesario, por el fuego y por la sangre.

Había que mentir, que vivir en el engaño, había que rezar y comulgar para conseguir una plaza de portero en un Ministerio o dar vivas a la Revolución Nacional Sindicalista para poder vender cigarrillos de mutilado en una plaza de Madrid.

La luz encarcelada y la ilusión destruida

Así se nos quiso meter en la cabeza: la religión, la patria, el franquismo, a «cristazo» limpio

Si nadie critica… ¿Cómo se puede progresar?

Le voy a decir algo triste: su España de hoy no solamente me quitó la salud, mi padre, mi lengua, sino que incluso me quita a menudo mis amigos, que dejan de verme o escribirme para no tener dificultades.


1 comentario:

  1. A LEER QUE SON 2 DÍAS tiene el premio "Best Blog". Para recogerlo en Sumergidaenlibros.blogspot.com.es/

    Felicidades¡

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