Y aquí empieza el
relato de cosas que han ocurrido con personajes concretos, y el paralelismo con
la historia que hemos vivido todos en estos quince años, pues al fin es un
reflejo de lo que ha ocurrido en nuestro país. Hay también un enlace de la
trama con el espionaje informático, que aunque pudiendo ser real es difícil de
imaginar.
El autor me ha recordado en su prosa al estilo del ilustre
Javier Marías, capaz de hacer unas larguísimas frases y además coherentes, pero
que a mí, como persona normal con escasas capacidades, me agobian, necesito el
sosiego de los puntos para analizar todo lo que se cuenta. Ya he manifestado mi
admiración por este tipo de escritores, porque esas capacidades me parecen
envidiables, pero son demasiado densas para mi mente.
Y resumiría finalmente mi opinión diciendo que le sobran muchos
ejemplos, el lector se encontrará con muchos párrafos agotadores como este:
girando aún más la
manivela para ver cómo se acumula lo producido como paladas de arena arrojadas
a una fosa o a una pira a punto de arder: miles de informes redactados, códigos
programados, artículos traducidos, copas servidas, ventas conseguidas, planos
dibujados, mercancías desplazadas, cabellos cortados, llamadas atendidas,
contratos firmados, presupuestos aprobados, casas reformadas, páginas
diseñadas, puntos suturados, operaciones decididas; millones de bienes
producidos, fabricados, tratados, procesados, montados, pintados, atornillados,
abrillantados, empaquetados, clasificados, apilados, almacenados, distribuidos,
etiquetados, vendidos, averiados, reparados, agotados, desechados, reciclados,
triturados; millones de servicios ofrecidos, anunciados, encargados, abonados,
prestados, reclamados, ampliados, cancelados; y en cada paso, en cada fotograma
acelerado, provocan movimientos de dinero, entradas y salidas, compras,
facturas, plazos, créditos, nóminas, plusvalías, beneficios, dividendos, un
movimiento de millones, billones, trillones, que si les diésemos solidez de
moneda circularían por el espacio también como insectos invadiéndolo todo,
saliendo de bolsillos, sobres, maletines, cuentas, depósitos, cajas fuertes,
furgones blindados, para rodar por las calles como monedas en fila hasta entrar
en otros furgones, cajas, cuentas, bolsillos y desde ahí multiplicarse, rodar
una vez más en otras direcciones para producir más entradas y salidas, compras,
nóminas, plusvalías, dividendos; nuestras vidas en esos años podrían
contabilizarse, monetizarse, dejarían un rastro de billetes arrugados y monedas
sin brillo allí por donde pasamos, como una huella de baba, la vida resumida en
apuntes bancarios, ingresos, reintegros, pagos, recibos; un deambular frenético
de hormigas sin un momento de descanso, dejando cada mañana en las sábanas el
malestar acumulado como un residuo tóxico, como una secreción nocturna, para
seguir corriendo, sumando, acumulando, para que el contador luminoso no se
detuviese y prolongase su girar de dígitos como un metrónomo irresistible que
nos marcaba el ritmo, la velocidad, las pausas, las horas de sueño, las
aceleraciones y las frenadas.
Para mi gusto, en fin, un novela espesa, que supongo no he
sabido apreciar, y que me gustaría llegar a hacerlo porque el argumento me
parece enormemente atractivo.
Uffff... y decía yo que Almudena Grandes me agota (y eso que me encanta)... Pero este agotamiento es distinto. Pues le tenía ganas a este autor y concretamente a este libro, pero viendo este ejemplo que pones, que ya me ha dejado medio KO me lo voy a tener que pensar, ojearé algún otro libro suyo para ver si es un estilo común en sus obras.
ResponderEliminarGracias y un saludo!
Suscribo totalmente tu reseña.
ResponderEliminarMe ha parecido un confuso proyecto narrativo, espeso que parece habersele ido muy pronto de las manos al autor, pese al interesante planteamiento del escenario que propone al principio.
Como siempre un abrazo y gracias por tus entradas.