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martes, 1 de abril de 2014

El guardián entre el centeno, de J.D.Salinger

En esta ocasión el Club de Lectura trimestral de «A leer que son 2 días» nos pone ante lo que pudiéramos considerar un clásico escrito por Jerome David Salinger, autor norteamericano fallecido en el pasado 2010 a sus 91 años. Salinger había nacido en 1919, hijo de una familia acomodada instalada en Nueva York. Sin destacar mucho en sus estudios civiles ni militares, tuvo parte activa en el Segunda Guerra Mundial formando parte de las tropas norteamericanas. El libro que le llevó a la fama fue publicado en 1951 bajo el título en inglés «The Catcher in the Rye» siendo traducido al español por primera vez en Suramérica en 1961 bajo el título de «El cazador oculto» y posteriormente en España en 1978 como «El guardián entre el centeno». Su preferencia por las novelas cortas, entre las que podemos incluir esta, le llevó a otras publicaciones de corte parecido entre las que podemos destacar «Nueve cuentos» o la sugerente «Levantad, carpinteros, la viga maestra. Seymour, una introducción», ambas un poco por encima de los cincuenta mil vocablos. Salinger fue siempre un personaje esquivo con la sociedad y por ello podía tener sentido la frase contenida en el libro: «… me gustaría encontrar una cabaña en algún sitio y con el dinero que gane instalarme allí el resto de mi vida, lejos de cualquier conversación estúpida con la gente».

La acción desarrolla unas etapas de la vida de Holden Caulfield contando con todo grado de detalle sus andanzas y relaciones con sus compañeros en los momentos en que se produce su expulsión de la famosa escuela preparatoria Pencey, Pensilvania, donde estudiaba. Aunque vuelve temporalmente a su casa a escondidas para ver a su hermana, deambula por hoteles y garitos de Nueva York en ambientes con tabaco, alcohol y prostitución más bien sórdidos y sobre todo impropios de su edad de diecisiete años, aunque aparentaba más, lo que convierte al relato en chocante y controvertido … Un resumen mucho más amplio y detallado puede encontrarse en este enlace.

Probablemente el título del libro, que ha soportado numerosas críticas desde su publicación, se deba al siguiente párrafo contenido en el haciendo una similitud con un «catcher» del juego del béisbol (alguien que agarra o sujeta).
Creí que era, «Si un cuerpo coge a otro cuerpo» -le dije-, pero, verás. Muchas veces me imagino que hay un montón de niños jugando en un campo de centeno. Miles de niños. Y están solos, quiero decir que no hay nadie mayor vigilándolos. Sólo yo. Estoy al borde de un precipicio y mi trabajo consiste en evitar que los niños caigan a él. En cuanto empiezan a correr sin mirar adónde van, yo salgo de donde esté y los cojo. Eso es lo que me gustaría hacer todo el tiempo. Vigilarlos. Yo sería el guardián entre el centeno. Te parecerá una tontería, pero es lo único que de verdad me gustaría hacer. Sé que es una locura.
Se calcula que se han vendido más de sesenta millones de ejemplares de este libro y se sigue vendiendo hoy en día anualmente en cantidades que superan con mucho las cinco cifras. Al parecer ha marcado a miles de jóvenes en todo el mundo, algunos especiales por haberse relacionado con asesinatos como el de John Lennon, ocurrido en 1980 en Nueva York o el de Rebecca Schaeffer. Teniendo en cuenta el país y la época de su publicación, no es extraño que el lenguaje utilizado, bastante ofensivo, levantase ampollas. Hoy en día nos causa menos impresión pero hay que reconocer que es duro y descarnado, más si tenemos en cuenta la edad del protagonista como ya hemos comentado. El libro y el autor tienen su reconocimiento y por algo será, pero tengo que manifestar que no he disfrutado con su lectura, al parecerme bastante forzadas y poco verosímiles las situaciones narradas con un estilo con el que no he llegado a conectar.

2 comentarios:

  1. Tengo ganas de leer este libro desde hace tiempo, pero es uno de mis "eternos pendientes". Tengo que hacerle hueco :-)
    Un saludo!

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  2. Es uno de mis libros favoritos... Me encanta el momento en el que le gritan a un compañero de Holden en una clase: ¡digresión! digresión!, porque el chico se va constantemente del tema que propone el profesor. Habla, y cuando se desvía por otro camino, cuando se va del tema central otra vez: ¡digresión, digresión!
    Sin embargo Holden reflexiona, y considera que esas digresiones, esos desvíos, le parecen lo mejor. A mí me encantan también las digresioness del propio Holden. Adoro este libro.
    Saludos,
    Patricia

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