Como se puede leer en la propia cabecera de este blog y aunque una de las principales actividades es la reseña de libros, cualquier noticia relacionada con este mundo es bienvenida. Esta tarde se ha presentado ante mis ojos, de forma continuada durante unos veinte minutos, la imagen que acompaña a esta entrada.
Como usuario desde hace más de cuarenta años de los transportes públicos a la vez que ávido lector, no he podido menos que permitirme una sonrisa al contemplar la escena. Los libros me han acompañado siempre en mis desplazamientos diarios al trabajo en trenes, metros o autobuses como fieles compañeros que han hecho posible convertir un tiempo perdido en un tiempo invertido y provechoso.
Como no lo llevaba forrado, he podido apreciar que el libro que tenía entre manos y que devoraba atentamente era uno de moda estos días de octubre de 2014: «El umbral de la eternidad», de Ken Follett, ya reseñado en las páginas de este blog. No voy a referirme a las virtudes literarias de su contenido sino a esa otra parte que podemos denominar continente y que en el caso que nos ocupa y a pesar de sus tapas blandas una cosa no es discutible: es un tocho –libro de muchas páginas según el diccionario— que pesa lo suyo, lo que le hace incómodo de transportar y de sujetar mientras se lee. De ahí que el viajero, harto de soportar ese lastre, haya optado por apoyarle en el asiento de enfrente para descansar sus brazos. Desconozco si la postura, que ya digo ha mantenido alrededor de unos veinte minutos, era cómoda o no, pero lo que sí que es un hecho es que así el libro no pesaba.
Entregado en cuerpo y alma al mundo de los e-readers electrónicos, que siempre pesan lo mismo, poco, y son manejables con una sola mano, imágenes como esta me retrotrae a otras épocas de «sufrimiento» felizmente ya pasadas. Me he quedado con ganas de preguntarle por la página que iba, prepararle mi Kindle y cedérsele un rato, pero al final me ha atacado la prudencia y he dejado las cosas correr. Hay varias razones poderosas en favor de los lectores electrónicos, una de las cuales es su peso. No hacen falta más comentarios.
El e-book salvará a muchos árboles de la tala, nos permitirá adquirir muchos más libros y con mayor comodidad, tener más espacio en nuestras casas, alegar menos disculpas para no leer, y, a juzgar por la postura de este ejemplar lector, menos y livianas patologías cervicales.
ResponderEliminarBuena captura y reseña.
E=mc2
E=mayor calidad de vida2
Hola, me ha llamado la atención esta entrada, yo enseguida me he unido a los lectores digitales, me gusta mucho leer y de esta manera es más fácil para mí acercarme a los libros con algunos verdaderamente económicos, unido al peso de los mismos evidentemente. Pero no debemos olvidar el lado negativo de todo ello y es la facilidad con la que se pueden piratear las novelas con el consiguiente perjuicio y lo siento pero el olor de un libro en papel tiene un no se qué difícil de imitar, chao
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